Algo que brilla como el mar

Algo que brilla como el mar, de Hiromi Kawakami

algo que brilla como el mar

Tiene la literatura japonesa un sabor especial al que uno ha de acostumbrarse. Quizás provenga de su tradición poética, de esa sutileza ambigua que emanan los haikus, como si la vida se explicase mejor a través de pequeños fogonazos que con una sucesión ordenada de causas y efectos. Es al menos la impresión que yo tengo y que he visto reafirmada con la lectura de ‘Algo que brilla como el mar’, la nueva obra de una de las escritoras más populares de Japón, Hiromi Kawakami, tras alcanzar gran éxito de crítica y público con su anterior novelaEl cielo es azul, la tierra blanca’.

Midori es un adolescente con una familia bastante peculiar. Vive con su madre soltera, Aiko, y su abuela Masako. Los tres mantienen una relación sin unos roles claramente definidos: Aiko actúa como si ella misma fuera una adolescente que trata de rehuir sus responsabilidades como progenitora; Midori se siente en ocasiones el más adulto de los tres; y Masako tan pronto asume el papel de cabeza de familia como se desentiende de todo con una particular y extravagante forma de encarar la vida. Casi todos los días reciben en casa la visita del padre biológico de Midori, a quien la familia trata con una mezcla de confianza y cierta falta de respeto.

En el colegio, la vida del protagonista no es menos complicada: Hanada, su mejor amigo, quiere vestirse de mujer para ahondar lo más posible en su propia individualidad;  Mizue, su novia, le presiona para que le muestre sus sentimientos con una franqueza que él se siente incapaz de ofrecerle.

Escrita con una prosa sutil, un tanto desprendida, como si los hechos narrados no fueran realmente lo importante si no más bien la excusa para mostrarnos a los personajes, sus dudas, sus abismos, los aspectos más recónditos e inexplorados de su alma, ‘Algo que brilla como el mar’ es la crónica de esa etapa de la vida en la que todos buscamos algo sin saber exactamente cómo ni dónde encontrarlo. Uno de esos libros en los que cada lector encuentra algo que le es propio, porque todos hemos sentido en mayor o menor medida esa carga que el mundo nos echa encima cuando nos convertimos en adultos y la vida deja de ser fácil y sencilla.

La novela plantea continuas reflexiones sin llegar nunca a centrarse en una vía argumental, y quizás resida ahí su principal inconveniente: no acaba de romper, su lectura produce un placer tibio que puede decepcionar a quien busque en ella experiencias más intensas. No se trata de una tara, sino más bien de una mirada diferente, más poética y menos unívoca, una forma de narrar que juega con la ambigüedad y el simbolismo, y que antes que construir una historia prefiere que ésta fluya por sus páginas sin tratar de canalizarla.

Decía Borges que las historias se deben narrar como si uno no las entendiera del todo, y esa es precisamente la sensación que he tenido al terminar el libro: que me han contado algo verdaderamente importante sin que yo me haya llegado a dar cuenta. Y ese algo tiene mucho que ver con la amistad y también con la identidad sexual, con el azar, el destino y las razones últimas que nos hacen ser quienes somos. 

6 comentarios en «Algo que brilla como el mar»

  1. No he leído mucha literatura japonesa pero hasta ahora, todo lo que he visto me ha gustado. Me gusta mucho ese mirar diferente que muestra de cualquier aspecto de la vida, ese tono pausado, reflexivo, que se desprende de todas y cada una de las palabras. Parece que éste va en la misma línea así que me lo apunto. Gracias.
    Saluditos!!!

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  2. La verdad por la reseña tiene muy buena pinta, tengo algun libro japones pendiente de leer, no me da tiempo a leer todo lo que quiero, intentare hacerme de algo de esta autora
    Un saludo

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  3. Buena reseña!
    La verdad es que coincido con Margarita, parece que los autores japoneses tienen ese tono pausado.
    Me dieron muchas ganas de leer este libro porque todavía me siento media perdida con la literatura japonesa y vale la pena leerla.

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  4. Muchas gracias por vuestros comentarios. Yo también he empezado hace relativamente poco a interesarme en la literatura japonesa,y aunque nunca es bueno generalizar, me suele gustar ese tono reflexivo y poético.

    Un saludo!

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