Cartas cruzadas

Cartas cruzadas, de Markus Zusak

Cartas cruzadas
Lo explica muy claro el personaje de este libro, Ed Kennedy: a los diecinueve años Bob Dylan era un experimentado cantante, Salvador Dalí ya había creado extraordinarias obras de pintura y Juana de Arco era la mujer más buscada del mundo por haber provocado una revolución.
Luego está Ed Kennedy, que también tiene diecinueve años…
Taxista tras mentir sobre mi edad.
Sin carrera.

Sin el respeto de la comunidad. Sin nada.


¿Quién no sintió alguna vez que pasará por este mundo sin dejar nada para ser recordado? ¿Quién no se preguntó un domingo por la tarde si la vida que está llevando adelante es realmente la que desea llevar?

Ed Kennedy es un chico cualquiera en un suburbio cualquiera de una gran ciudad. Vive en un apartamento maltrecho en compañía de su perro y se gana el sueldo como taxista. Le acompaña una pandilla de amigos que poco o nada le piden a la vida, pero de repente algo pasa y Ed tendrá una misión que cumplir.

Y gracias a la vertiginosa prosa de Marcos Zusak (joven autor ya reconocido por su novela La ladrona de libros) esa misión que aparece ante la vida de Ed y ante nuestros ojos nos permitirá ser parte de una docena de aventuras que sin embargo tienen un fin: hacer feliz a diversas personas.

Y todo culpa de haber estado aquel día en el atraco de un banco… aquél día, que aparentaba ser uno de los peores de Ed, terminaría siendo el inicio de una nueva vida, o tal vez de la misma vida, pero con sentido, con algo para hacer, con algo para pensar, con más acción que divagaciones.

Aquél día Ed se hizo famoso al abortar el atraco de un banco, salió en todos los medios de comunicación y, gracias a las exageraciones, fue elevado a la categoría de héroe. Con su ironía y actitud antisocial, Ed intentará seguir con su rutinaria y aburrida vida, pero no podrá lograrlo, porque alguien (que se rebela al final del libro, para gran sorpresa de los lectores) entiende que el joven debe seguir solucionando problemas, y por eso decide ir enviándole cartas de póker con diversas direcciones en la que Ed deberá resolver un conflicto.

Casi sin darse cuenta el personaje de este libro comenzará a dejar de ser un simple taxista para convertirse en una especie de mensajero que deberá salvar a una niña de los abusos de su padre, acompañar a una mujer anciana en su soledad, liberar de las ataduras a una joven maratonista o ayudar a que un cura vuelva a tener visitantes en su iglesia, entre tantas otras misiones que incluirán a desconocidos, pero también a gente de su entorno e incluso a él mismo.

Ed ya no es un joven más, ahora es y se siente un mensajero. De hecho, éste es el título original de la novela, The Messenger, y no comprendo por qué lo cambiaron ya que encaja de lleno con el contenido de la novela; el título que se escogió para ésta edición, salvo por la afición de  Ed de jugar al póker y de que le envíen cartas, no parece ser el más conveniente; y si entramos en detalles podríamos criticarle al autor que el personaje sea taxista en lugar de cartero, ya que iría más acorde a la misión de mensajero que alguien decide otorgarle.

Más allá de esos detalles, quienes leyeron La ladrona de libros se encontrarán aquí con una novela que mantiene el mismo estilo de escritura, lo que significa mucha diversión, extrema ironía, gran capacidad para atrapar al lector y personajes muy bien logrados (Doorman, el perro, se convierte en inolvidable) En cuanto a la historia, deja muchos mensajes que sin lugar a dudas nos harán salir de este libro con ganas de ser mejor personas. Aquellos que aun no leyeron libros de este autor, aquí tienen una muy buena oportunidad para empezar a disfrutarlo. Vale la pena.
Roberto Maydana

 

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