A mí no me iba a pasar, de Laura Freixas

A mi no me iba a pasarHe leído con todo el cariñó del mundo el libro de Laura Freixas “A mí no me iba a pasar”, y me ha parecido una historia de lo más interesante para poder trabajarlo con grupos de lector@s, clubles de lectura, en su mayoría, y salvo raras excepciones compuestos por mujeres; y sobre todo para la reflexión personal. Un libro con el que podemos ir de lo particular a lo general para hacer que después cada cual vuelva a lo particular y de ahí a lo más absolutamente personal.

Probablemente no me esté explicando bien, porque no hay nada que me dé más respeto que reseñar este libro de Freixas. Y es que si por lo general tiendo a contarles mi propia vida cuando les hablo de los libros que leo, en esta ocasión no querría ir más allá de lo estrictamente necesario. Sé que es difícil, porque alguien que se siente poeta como yo, tiene la necesidad vital de contar todo aquello que le ha removido por dentro… Y este libro no me ha dejado indiferente, como no me suelen dejar indiferentes sus conferencias y charlas, siempre tan interesantes.

Verán, Laura ha sido muy generosa, nos cuenta lo que ella ha vivido, lo que ha sentido y en qué momento de su vida. Nos habla desnudándose de prejuicios, dándonos a conocer que pertenece a un grupo social privilegiado y aun así, ella que estaba en una mejor posición, con una mejor educación, sufrió, por la presión social, familiar e incluso personal, la fuerza del patriarcado que no nos deja movernos a ninguna más allá de donde le parece oportuno.

El patriarcado, y perdonen si a algunas personas les molesta la reiteración de la palabra, en ocasiones parece complaciente con las mujeres del primer mundo y de buena condición social, ahí me voy a meter yo también, en esa clase media que cree que a ella no le iba a pasar… Pero cosas pasan… ¡Claro que pasan!

No las mismas que a Laura, o quizá sí. Algunas mujeres puede que hayan tenido presión para casarse, o para tener hijos, o para que, cómo uno es poco tener más… pero luego resulta que tres son muchos… El caso es que hay cosas que hacemos, o no, pensando, aunque sea de manera inconsciente, en qué se espera de nosotras.

Y por qué no, en ocasiones nos acomodamos. Y aquí es donde meto mi parte personal. Yo fumaba y no dejaba el tabaco porque me gustaba fumar ¡Mentía!, en realidad me mentía a mí misma, no lo dejaba porque no quería enfrentarme a ello. Pues bien, hay cosas a las que no nos queremos enfrentar por pura comodidad.

Me saqué el carné de conducir en cuanto pude, como todo el mundo de mi edad, y conduje una temporada, pero he de reconocer que nunca me ha gustado mucho conducir. Cuando me casé y me fui a vivir a una ciudad cerca de Barcelona, no cogía el coche porque aquello me parecía una locura, me dejé llevar un día tras otro.

Finalmente salimos de allí a un pueblo medio, cercano a Zaragoza, pero ya me había acomodado a no conducir… Me dejaba llevar. Todo el mundo me decía que parecía mentira que alguien tan feminista e independiente como yo NO condujese, que el coche era un símbolo de independencia, y piqué, y volví a conducir, y volví a comprobar que no me gustaba, y la verdad es que si me da cierta independencia pero no creo que esa independencia tenga mucho que ver con el feminismo en el que yo creo… Sin conducir y sin quien me lleve, nunca he dejado de ir a ninguna parte. Ya ven ahora muchos milenials o generación Z no conducen… Y no dejan de ir a los sitios por ello. Al final va a ser que he sido una adelantada a mi tiempo jajaja

Pues bien, en el libro, que está muchísimo mejor contado que mi anécdota conductora… Laura Feixas me ha hablado de eso, de cómo fue una etapa de su vida que ya da por cerrada, y es por ello que puede hablar de forma tan abierta de lo que vivió, y como gran escritora que es, también ha podido transformar en palabras lo que sintió durante esa época en la que se vio tragada por el patriarcado, y es por ello que no se cansa de repetir que: “Yo también creí que como universitaria, como feminista y como escritora a mí no me iba a pasar. Yo creía que el mundo de la cultura estaba por encima del género, pero cuando eres mujer te das cuenta de que no es así…”.

Y es que como ella misma dice: “No quería ser una “maruja de lujo”, pero lo fui”.

Y en el libro nos encontramos con esos temas que normalmente muchas hablamos ante un café pero que en raras ocasiones se ven reflejados en un libro. La modificación de las vidas de las mujeres con matrimonio y, en su caso la maternidad, o la presión a ella.

El caso es que Laura Freixas logra hacer de esa época de su vida una novela bien hilvanada, con una narrativa que engancha al lector que quiere saber, naturalmente, porque lo saber sobre la vida de los demás no vamos a negar que nos gusta, pero sobre todo porque lo cuenta de manera muy literaria, dejas de pensar en la biografía para centrarte en el desarrollo.

Dicen que las amigas son mucho mejor que un médico, tiene su lógica porque la medicina nunca se ha preocupado de la soledad, ansiedad o desilusión de las mujeres al convertirse, casi sin darse cuenta en “floreros”. Que ya, que ya sé que estamos en el siglo XXI, y que ya sé que hay mujeres profesionales de todo, pero también tengo ojos para ver que hay mucho camino por recorrer y no dejar que nade para el camino de la igualdad.

Sé que tengo que terminar esta reseña que se les estará haciendo un mundo de larga pero no quiero hacerlo sin dejar como final esta frase memorable del libro que ya nunca podré olvidar… :

“No es que yo no quisiera tener hijos. Sí quería tener hijos, lo que no sabía si quería era ser madre. Prefería ser padre”.

A mí no me iba a pasar. Ni a mí, ni a ti, ni a ella…

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