Abderramán III, El Gran Califa de Al-Andalus, de Magdalena Lasala
Querido lector, ¿Cómo reseñarías tú un libro perfecto? ¿Cón qué palabras empezarías a hablar de un texto que consideras inmejorable? Y ojo con mis palabras: no hablo del mejor libro jamás escrito, ni de la novela histórica más trepidante o aventurera de aquellas que pueblan nuestras estanterías. No. Símplemente intento describir un trabajo redondo, perfectamente revisado, pulido y engarzado. Un trabajo sin zonas oscuras; sin lagunas; sin fallo. Nada más que pedir.
Así que vuelvo a mi pregunta ¿cómo reseñaríais un libro así? ¿Cómo estar seguro de que le haces justicia al libro, de que transmites fielmente las sensaciones de cuando lo tenías en tus manos? ¡Qué responsabilidad! Así que yo, perfecto inconsciente ante el peligro, me atreveré. Lo haré fácil. Rápido. Esta reseña será corta, y dice así:
Abderramán III abre con una portada inmejorable (“El Califa de Constantina”, 1845, Théodore Chassériau) para terminar en lágrimas. Y en el intermedio, la histora del califa más grande que parió Al-Andalus.
Página tras página, la Historia (si, con hache mayúscula) te irá atravesando suavemente, inundándote con el ritmo que Magdalena imprime con maestría a su escrito. Porque el libro se mueve a ritmo de poema, a pesar de que en en él no aparezcan rimas o sonetos. Es una cadencia invisible, que percibirás con sólo prestar un poco de atención. Es un libro que emana la grandeza de las pequeñas cosas. La filosofía de la naturaleza, y el saber de la paciencia. Y todo reunido en torno a la figura de un personaje forjado sobre sí mismo. Combatiente feroz, enemigo temible y amigo espléndido. Gobernante por su gloria, por la de Alá, y la de su pueblo, leyendo este libro caerás en sus redes como ya cayeron sus cohetáneos, trece siglos atrás.
Abderramán nació predestinado para la gloria. Su abuelo, el emir Abd Allah, dejando a sus propios hijos fuera de la sucesión, vió en su primer nieto varón la mejor arcilla con la que moldear a un futuro gobernante. Volcó sobre el pequeño Abderramán todo el conocimiento y la experiencia adquirida en sus años de gobierno, y el pequeño creció y estudió asimilando el peso del poder sobre sus hombros, demostrando con los años que la elección de su abuelo fue más que acertada. Llevó a Al-Andalus a su máximo esplendor, ampliando sus fronteras al norte de África y arrinconando a los reyes cristianos al norte de la peníncula, haciendo de Córdoba la mayor capital cultural y política del mundo conocido, y protagonizando alguna de las escenas y leyendas más repetidas por los libros a lo largo de la historia. Y esto es lo que Magdalena Lasala nos cuenta con maravillosa perfección en este libro.
Hidad, esclavo mudo y tullido, es asignado desde la infancia como acompañante de Abderramán; crece con él y nos cuenta en primera persona los hechos y sentimientos que formaron la figura del primer califa de Al-Andalus. Y lo hace con un lenguaje delicado, con la adoración y sumisión absoluta del esclavo a su amo. Posiblemente, la de la propia escritora hacia su personaje.
Lee este libro, y vivirás el esplendor de la Mezquíta de Córdoba, de su Alcázar, de sus calles estrechas y llenas de riquezas y extravagancias. Podrás rozar los arcos y las paredes de Madinat-al-Zahra, la ciudad-palacio que construyó dándole el nombre de su favorita, Zahra, a la que más amó, y por la que más sufrió.
Hazlo. Y, si hay suerte, terminarás como yo, acariciando con adoración las últimas páginas de este libro.
Francisco Sánchez Cid (francisco@librosyliteratura.es)
Como me ha gustado esta reseña Francisco, leer a mi paisana, Magdalena Lasala, es realmente una delicia; entiendo lo que dices de su lenguaje, ella es una gran poeta (pero de eso se habla menos). El libro lo iniciaré en breve, lo tengo reservado para cuando pueda pasar unos días de descanso. Y espero recordar con cariño esa Córdoba que me cautivó con su encanto.
Muy buenas Susana!
Pues yo me crié entre las calles de Córdoba. Más tarde me hice ciudadano del mundo, pero por aquellos entonces jugaba al escondite entre los antiguos baños árabes, corría entre los naranjos del patio de la Mezquita, y de más mayorcito me perdía con las chiquillas entre las callejuelas de la judería.
Espero que disfrutes el libro tanto como lo disfruté yo. Realmente está muy bien escrito y fantásticamente editado. Tu paisana hizo un buen trabajo, bien documentado. Queda evidente su erudición en esa época de la historia.
¡Un abrazo!
Cómo me gusta ver que alguien reseña este libro, yo lo hice en mi blog cuando empezaba y me parece que es uno de los mejores libros que he leído sobre la hitoria de los árabes en Córdoba.
Una delicia
Un saludo
Teresa
con esta reseña ¡que ganas de tener aquí a la mano el libro para hincarle el ojillo ehhh! De 10 ¡10! impresionante. Voy a mover cielo, mar y tierra para tratar de conseguirlo.
¡Gracias por la reseña!
¡Hola Teresa!
La verdad es que me ha alegrado muchísimo pasarme por tu blog y ver que comentas el libro como uno de los mejores que has leído. Parece increíble que una joya así pase tan inadvertida, ¿verdad? Aunque quizás esa es parte de su encanto…
Y… ¡Hola Ale!
Espero de verdad que te guste. Una pena que vivas allende los mares y sea difícil que veas en persona los escenarios del libro. Espero que las fotos que acompañan al post, te ayudasen a situarte en espacio/tiempo.
Y por supuesto, si llega a tus manos, y lo reseñas… por favor, ¡avisa! Iré raudo y veloz a comprobar si me equivoqué en mi puntuación, o si te acercas a lo que sentí.
¡Un fuerte abrazo a las dos, y muchas gracias por vuestros comentarios!
Tras leer el libro he vuelto a releer el comentario que hiciste sobre él y que fué el que me dió a conocer este título.
El libro como dices es de una belleza increible. Muy muy bien escrito.
Gracias por tus acertadisimos comentarios y por haberme acercado a él. Un cordial saludo, Consuelo
Hola Consuelo!!!
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra muchísimo que el libro cumpliese tus expectativas y que lo disfrutases tanto como yo.
Llevo algún tiempo sin publicar, pero no sin leer… así que en breve volveré con fuerza y espero poder recomendaros algunas buenas lecturas.
¡Nos seguimos leyendo!
Un fuerte abrazo,
Francisco