Los adultos tendemos a complicarnos la vida de una manera asombrosa. Lo cual no sé si es un síntoma de inteligencia o de estupidez supina. Eso de tanto razonar y querer comprender todo está muy bien, es lo que nos distingue del resto de animales (a algunos). Aunque tampoco estoy convencida de esta afirmación. Conozco animales que son más personas que muchas personas. ¿Veis? Lo que os decía. Ya me estoy complicando yo solita en esta introducción. Podéis darme una medalla, me la merezco.
Lo que yo quería decir es que, en muchas ocasiones, los niños nos llevan mucha ventaja. Hay determinados temas sobre los que los adultos reflexionamos, tratamos de entender y asimilar, mientras que los niños los aceptan y ven con total naturalidad. El tema de la sexualidad es uno de ellos. Muchas veces nos preguntamos cómo explicarle a un niño que dos hombres o dos mujeres están juntos y se quieren. Que existen familias muy diversas y que todas son igual de válidas. ¿Habéis probado a explicárselo a un niño? Lo aceptan con total naturalidad. Somos nosotros mucho más reticentes a entender y aceptar estos conceptos. Afortunadamente, esto está cambiando y quizá dentro de unos años, ni niños ni adultos tengamos que dar explicaciones. Ojalá.
Dentro de estos temas, el concepto de la transexualidad sigue siendo quizá uno de los tabúes que aún nos queda por aceptar completamente. Aunque yo, que trabajo con niños y adolescentes, cada vez veo que están más informados y que entienden y aceptan la diversidad sexual con mayor naturalidad. Aún nos queda mucho por hacer, pero me parece un gran paso.
Ahora me llamo Luisa, de la editorial Algar aborda justamente este último tema: la transexualidad. Martín tiene un osito, Luis, con el que juega todos los días. Juntos van a todas partes, montan en bicicleta, meriendan juntos y pasan el tiempo con su amiga Ada. Pero un día, Martín se da cuenta de que Luis está triste. Y entonces Luis le cuenta a su querido amigo Martín que siempre ha sabido que en su interior él era un osita y que necesita sentirse quién realmente es. ¿Qué creéis qué ocurre? Pues lo más normal del mundo. Martín no tiene más preguntas, él solo quiere saber que su amigo está bien y, por supuesto, nada cambiará la amistad entre ellos. Entonces Luis decide quitarse su pajarita y se coloca el lazo en la cabeza. Desde ese momento será Luisa.
¿Veis qué fácil? Nada más natural que aceptar al otro tal y como es, ya sea Luis o Luisa.
Ahora me llamo Luisa es un libro valiente que recomendaría tanto a padres como a niños. Porque los niños verán esta historia como una más, pero a algunos padres, puede que la historia de Luisa les abra los ojos y empiecen a entender que debemos dejar de complicarnos tanto la vida. A veces, todo es mucho más sencillo.
Hola!! Mi hija tiene 3 años y aunque quizás sea temprano le compramos este fin de semana este cuento. Me pareció maravilloso y muy natural. Creo que estos valores hay que dárselos a conocer desde que son muy pequeños y sobre todo aprender los adultos , como bien dices, de esa naturalidad que los pequeños nos enseñan a cada momento.
Un cuento muy recomendable