Cuando alguien como yo, amante de la literatura y de la naturaleza, que vive en el corazón de las Cinco Villas, se encuentra con una fotografía como la que ilustra la portada de este libro, no puede resistirse a quererlo, es imposible. Piensas que, si ya Acantilado te da una seguridad en cuanto a la calidad de la lectura, lo que haya detrás de esa imagen debe ser especial, sobre todo porque una novela narrada en poco más de cien páginas ha de ser una pequeña exquisitez literaria.
Eso al menos pensé yo cuando andaba hacia casa con la sonrisa de quién cree haber encontrado un gran tesoro. Y ya les adelanto que con, Atravesé las Bardenas, no me equivoqué.
Y fue por todo ello, y porque el pueblo en el que vivo es la entrada natural desde Aragón a esas Bardenas que tan bien conozco, por lo que me decidí a seleccionarlo como una de mis lecturas para el día de San Jorge.
Eduardo Gil Bera, del que no tenía noticia anterior, es de Tudela (Navarra). Si miran ustedes en un mapa, verán que entre Tudela y Ejea de los Caballeros solo median las Bardenas: La Bardena Negra y las Bardenas Reales o Bardena Blanca.
Un lugar que desgraciadamente para muchos vecinos de las localidades limítrofes está asociado, no al bello parque natural que deberíamos poder disfrutar todos libremente, sino a ese campo de tiro del Ministerio de defensa al que año tras año solicitamos su desmantelamiento. A pesar de ello, nadie debería dejar de visitar en alguna ocasión toda la zona de Las Bardenas.
Tampoco pasa nada porque yo ahora les meta un poquito de historia y así aquellos que no sepan de qué hablamos al referirnos a “Pueblos de Colonización”, se puedan hacer una idea.
Terminada la Guerra Civil, y a la vista de la devastación producida, se crea el Instituto Nacional de Colonización, un organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, y creado por la necesidad de realizar una reforma tanto social como económica de la tierra, con el objetivo de efectuar una transformación del espacio productivo mediante la reorganización, reactivación y producción del sector agrícola con el aumento de tierras de labor y la superficie de riego.
Nacen entonces una serie de pueblos llamados de “colonización” que transformarán muchas zonas de España. Especialmente las Comunidades de Aragón, Andalucía, Castilla, Cataluña, Extremadura, Navarra y parte de la zona Levantina.
El Plan General de Colonización de la Zona de Bardenas se aprobó en 1954, y el autor centra su historia en los inicios del año 1956, fecha muy cercana al 8 de abril de 1959, en que Franco inauguró el pantano de Yesa, el canal de Bardenas y los pueblos de El Bayo, Santa Anastasia y Bardena del Caudillo.
Según el historiador D. Jesús Guallar Pérez, “fue así como esta extensa zona de Bardenas, que une las provincias de Zaragoza y Navarra, se vio sometida a una transformación profunda: nivelaciones, acequias, carreteras y caminos, construcción de poblados y plantación de árboles. Un gran trasiego de hombres y maquinarias… Los trabajos para la puesta en riego aliviaron la situación de penuria de la comarca y un número importante de trabajadores de otros lugares del país se asentaron en Ejea, algunos con sus familias.
La zona de Bardenas había sido dividida por el INC, a efectos de planificación y administración, en dos subzonas: norte y sur.
Bardenas Norte que comprendía seis pueblos nuevos: Figarol, Rada, Gabarderal, El Boyeral y San Isidro del Pinar en la provincia de Navarra, más Camporreal en el término municipal de Sos del Rey Católico, y Bardenas Sur, toda ella en la provincia de Zaragoza, la conformaban nueve poblados: Bardena del Caudillo, Santa Anastasia, El Bayo, Pinsoro, Valareña y Sabinar dentro del término municipal de Ejea; Sancho Abarca y Santa Engracia en el de Tauste, y Alera en el de Sádaba. El número de colonos se pensaba que ascendería a 3.967 pero tan solo se instalaron 1.353 en quince poblados, de los cuales uno, El Boyeral, está abandonado en la actualidad.
Una vez superada esta pequeña lección de historia, les contaré que Atravesé las Bardenas se puede leer perfectamente sin conocerla, pues el autor nos cuenta un relato en el que el señor Yaben, un ingeniero del Instituto Nacional de Colonización, proyecta la construcción de un pueblo en una zona de su propiedad de las Bardenas; lo proyecta teniendo como base de ese futuro pueblo a toda la población reclusa de Tudela, tanto de hombres como de mujeres.
En su narración, dividida en tres partes que a su vez se subdivide en pequeños capítulos, cada una de las partes va precedida de una frase de Heráclito, y no es de extrañar, ya que el libro es de una gran profundidad humana y filosófica, y sobre todo es mucha la simbología que encontramos en ella; pues como bien dice la contraportada, es una alegoría de la realización de los sueños humanos, que reúne en el desierto de Navarra la condición humana en toda su desnudez, y se convertirá en una fábula de tientes bíblicos.
Así nos adentramos en esta historia que nos hará conocer la zona y la vida de Dámaso Torrentera, y les advierto que ni una ni otra nos dejará indiferentes…
“EL AÑO DEL FRÍO
En febrero de 1956 vivía en Mélida un joven llamado Dá¬maso Torrentera. Aquél fue el mes de febrero más frío que nadie recordaba. Por la noche, la temperatura bajaba hasta quince grados bajo cero, y durante el día el sol no llegaba a deshelar los charcos. Torrentera sufría congelación en las manos y no dormía con los demás presos. Tenía permiso para pernoctar en una corraliza más cerca de Mélida e ir al médico.
Llegaba al pueblo caminando por la tierra crujiente por el hielo y se paraba, envuelto en su manta, ante la casa del señor Yaben, que le hablaba desde la ventana.
—¡Entra!
—No…
—¿Has ido al médico?
—No. Ahora voy.
—¿No vas entrar? ¡Entra!
Torrentera negaba con la cabeza, sin contestar.
—Pues anda al médico.
Cada mañana de aquellos días glaciales, se repitió la escena. Torrentera se detenía ante la casa del señor Yaben, que le invitaba, pero el joven preso nunca entró.
Se produjo las lesiones de congelación en las manos durante la extinción del incendio de la fábrica azucarera de Tudela, cuando los presos que trabajaban en la construcción del poblado de colonización de Rada fueron trasladados para luchar contra el fuego. Fue idea de Yaben, siempre empeñado en conseguir beneficios de redención para sus presos.”
Es una historia especial que gustará tanto a aquel que quiera acceder a una narración sencilla, como a aquellos que buscan siempre algo más en la literatura, aquellos que adoran los dobleces, los símbolos, las referencias filosóficas y el trasfondo más humano, en definitiva para los que intentan llegar a la esencia de las cosas y de la vida a través del pensamiento, y recurriendo para ello a la filosofía más tradicional, como la de Heráclito que nos habla de que todo está en movimiento y por ello todo cambia de una forma constante, lo que es en este momento nunca más lo volverá a ser y lo que fue en su momento, nunca más lo será.
Ya ven, aquí he venido yo a descubrir a través de este libro de tintes filosóficos, Atravesé las Bardenas, la historia de la zona en la que vivo, y también a un escritor en el que reconoceremos que ha sido traductor de grandes autores como Séneca, Marco Aurelio, Epiceto y también del inconfundible Joseph Roth, y eso se nota, así que no creo que tarde en volver por aquí para hablarles de alguna de sus otras novelas como aquellas por las que consiguió los Premios Alfonso X el Sabio y el Miguel de Unamuno, o quizá para comentarles la publicada por esta misma editorial en 2015 titulada Esta canalla de literatura, una obra que ya, por ese título, me está interesando… Y mucho.
Supongo que eso de “pueblos de la Colonización” se podría haber dicho mejor “pueblos de repoblación” o algo así, ¿no? a mí es que a veces me pierden las palabras más que encontrarme, y por chorradas, no te creas.
También me gustan los desiertos, tienen algo el observar esas grandes extensiones de terreno desnudas, es muy parecido a ver un mar, si te fijas bien.
Sí que me gusta lo que cuentas, por lo que dices, independientemente del tema, de leerte da la sensación de que estamos ante un escritor que escriba lo que escriba va a estar bien, porque con lo que sea que te exponga, irá también toda esa formación humnista y la capacidad de reflexión que es lo que más me parece que es intresante cuando nos decidimos a leer algo, que en fondo como decía George Steiner, es elegir con quien conversar.
Por otra parte te digo que no me pasan desapercidibas todas esas referencias de personajes interesantísimos que dejas caer como si nada, jajajaja. Por cierto, ¿Joseph Roth también aparece? un escritor que me parece que es uno de los mejores del siglo pasado, y por supuesto muy por encima del venerado Zweig.
En fin, me ha gustado, sí. Mucho.
No, no pueden ser de repoblación ya que son zonas que nunca fueron pobladas!!! Y es por eso que debían se de ser Colonizados. Te gustaría casi seguro
Y lo leerás casi seguro…
Susana:
pues vaya que me has antojado leer el libro. Opino como Icíar: ¿qué no sería mejor pueblos de repoblación?
anoto el título.
Te mando un beso,
Ale.
Yo te mando otro besico!!!
Ya ves lo que le he contestado a Icíar, sin tierras que nunca han estado habitados por falta de agua, así que son colonizadas.
Ayer encontré “Atravesé las Bardenas” por casualidad en una librería de Pamplona. Conozco bien las Bardenas y no conozco desgraciadamente a Eduardo Gil Bera, a pesar de haber vivido en Tudela.
Estoy absolutamente impactada por la obra: por la tierna y utópica historia, por los maravillosos personajes, por el sencillo y cuidado lenguaje, por las descripciones de las Bardenas,( se pueden sentir y seguir perfectamente el recorrido) , del cierzo: ” un cierzo tenaz y despreocupado por los hombres..,” por todo. Me la leí de tirón y creo que es una auténtica joya. Tengo cuatro folios de notas recogidas de palabras, frases, expresiones, jotas etc… Un gran hallazgo y un gran descubrimiento de un gran escritor
Pues de verdad que me alegra mucho que coincidas conmigo en que tenemos ante nosotras una gran historia contada con un talento brillante. Conservo el libro con un gran cariño, y como tu lo tengo lleno de notas y subrayados jejej
Un abrazo !