Emocionarte. La doble vida de los cuadros, de Carlos del Amor
Para emocionarse, a veces basta con volver a mirar las cosas como lo hacen los niños. Sus ojos grandes son tales para abarcar con ellos toda la fantasía que imaginan ante el mundo que se les presenta, ya sea la cabalgata de Reyes Magos, un cuento de Roald Dahl, un dibujo en la caja de cereales, una obra de teatro con marionetas o jugar a buscar los perros que pintaba Velázquez en sus cuadros. La mirada ingenua, infantil y exenta de prejuicios favorece la imaginación y con ello, el goce y disfrute que nos lleva a emocionarnos. No siempre se creará una emoción positiva, en ocasiones puede causarnos terror como ocurre al observar el retrato reinterpretado por Bacon del Inocencio X de Velázquez, que más vale no poner como decoración en casa si no quieres tener pesadillas; otros pueden causar angustia, el Perro semihundido de Goya, aunque bueno, este crea tantas sensaciones que resulta casi inagotable como fuente de lecturas; otros, un ingenuo sonrojo y pudor ante el primer plano de la vagina de una mujer en El origen del mundo de Gustave Courbet… y así, infinitas emociones que surgen cuando la mirada que se enfrenta a un cuadro llega preparada a dejarse seducir.… Leer la reseña completa del libro "Emocionarte. La doble vida de los cuadros, de Carlos del Amor" “Emocionarte. La doble vida de los cuadros, de Carlos del Amor”