La bruma verde, de Gonzalo Giner
En los compases iniciales de la novela, Colin Blackhill, un veterano voluntario, lleva a Lola Freixido en su avioneta a la zona en la que había desaparecido su amiga Beatriz, a la que va a buscar, y le pide que mire por la ventanilla cuando están sobrevolando el río Congo. “Te va a parecer pura magia”, le dice. Y en efecto, así es. Es en ese momento cuando Lola comienza a dejarse seducir por la belleza de la naturaleza africana, cuando empieza a respirar esa Bruma verde, aunque la inhale por los ojos. “Esas aguas tejen la vida”, le dice, y ahí es cuando también al lector le pasa como a Lola, empieza a caer rendido ante la belleza natural de una de las zonas más hermosas, pero también más peligrosas del planeta, porque las letras, al menos las que contienen tanta sensibilidad y talento, tienen ese mismo efecto, tejen vida y emociones, y el lector mira a través de esa ventanilla con Lola y se queda atrapado en su retina hasta la última página del libro.… Leer la reseña completa del libro "La bruma verde, de Gonzalo Giner" “La bruma verde, de Gonzalo Giner”