Cuando imaginamos a los vikingos, resulta inevitable pensarlos en medio de una batalla, con sus cornudos cascos, sus largas barbas y su ferocidad, seguramente rodeados de sangre y con los ojos inyectados de odio. Es la imagen romántica que el cine y las sagas literarias han dejado en el imaginario popular. Y si bien el retrato típico no resulta del todo incorrecto, sí que sorprende, al leer Los hombres del norte que su autor, John Haywood, no tarde en aclarar que no hay ninguna prueba de que los cascos vikingos llevasen cuernos…