Los libros sobre Grecia y Roma clásicas suelen adolecer de una abrumadora exhaustividad. Tantos mitos, filósofos, dioses, leyendas, cónsules, dinastías, asesinatos, tantos emperadores cuyas biografías se nos presentan mezcladas con información respecto a la organización administrativa, militar, a la estructura de las ciudades, la arquitectura, la ingeniería, la economía, la religión o las costumbres sociales dejan a menudo al lector un tanto aturdido y con la sensación de haber asistido a una larga conferencia para la que se olvidó el bloc de notas.