La flor roja, de Vsévolod Garshín
Según un cruel dicho popular, cada pueblo tiene los dirigentes que se merece. Quiero pensar que eso no es cierto, pero, mientras le doy vueltas, se me ocurre si podría decirse que a cada pueblo le corresponde un cierto tipo de personaje literario, un personaje arquetípico que encarna sus debilidades, vicios y pecados más representativos.
De nuevo, quiero creer que eso no es así, que a los españoles no tiene por qué representarnos el personaje del pícaro, que la mayoría de norteamericanos no se ven reflejados en el triunfador todopoderoso bajo el cual se esconde una persona patéticamente pobre, que el pueblerino que se marcha a la ciudad para intentar en vano deshacerse de su provincianismo no tiene nada que ver con Francia, y que Rusia es, diga lo que diga su literatura, una sociedad cuerda.… Leer la reseña completa del libro "La flor roja" “La flor roja”