Aquellos que me conocen me habrán escuchado decir en cientos de ocasiones que los poetas nunca mueren, con motivo del treinta aniversario de la desaparición de Jorge Luis Borges, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, han querido rendirle un sentido homenaje al gran maestro, poeta y escritor, con esta edición titulada Borges esencial, que publicado por la editorial Alfaguara no ha de defraudar a ninguno que, como yo, tuviese ganas de tener una buena obra recopilatoria que en este caso ha preparado, como no podía ser de otra manera, José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de las Letras.
Yo no soy una gran estudiosa de Borges, les diré que he leído fundamentalmente su poesía, y muchos de sus cuentos, casi nada de ensayo, cosa a la que que gracias a esta obra estoy poniendo remedio, y bien que lo estoy agradeciendo porque no es lo de menos conocer su opinión sobre Schopenhauer, o Nietzsche que “…Sabía que el Eterno Recurso es de las fábulas o miedos o diversiones que recurren eternamente, pero también sabía que la más eficaz de las personas gramaticales es la primera. Para un profeta, cabe asegurar que es la única…”, ya ven, descubrir que Borges pensase lo mismo que Nietzsche, y ellos lo mismo que yo al plantear la duda entre la inspiración y el recuerdo, no tiene precio… Estoy disfrutando mucho, como pueden ver y aprendiendo de aquel que aprendió de otros, y otro s que aprendieron de otros mucho antes.
¿Cuántas carencias tengo sobre los clásicos? Muchas, tantas que no caben en diez libros de milloneses de páginas, pero ello no es motivo de amargura para mí, porque así me acerco a libros y son libros que me hablan y casi siempre salgo satisfecha. Gracias a ellos luego voy a los autores recientes y veo de donde vienen las novelas, unas de la lectura, otras de la pura creatividad, otras de la pura ignorancia como la mía, pero todas hacen falta en el arco literario jajaja
Fíjense, este volumen va precedido de una pequeña introducción realizada por la RAE que está encabezada por su conocido símbolo con la frase “Limpia, fixa y da esplendor” en la que nos presentan la obra que tenemos entre las manos y sobre todo su importancia y contenido. Inmediatamente después nos encontramos con una introducción a Borges y su obra realizada por el profesor Teodosio Fernández, que no hace mucho, por cierto, descubrí que no tiene entrada en Wikipedia, cosa que me ha extrañado sobremanera, pues hasta yo, que bien poco se de casi todo, sabía que es un conocido hispanista que da conferencias sobre Borges (para lo que aquí nos interesa, naturalmente). Ya ven, así nos va…
Para hablarnos precisamente del Borges ensayista está Alberto Giordano (y no, no lo busquen tampoco en wikipedia que se llevarán un disgusto), y miren que divinamente nos introduce en el tema:
“En la breve nota que precede y da título a la compilación de sus ensayos literarios, Virginia Woolf esbozó la figura de un lector capaz de decidir sobre la grandeza poética de las obras que lo conmueven sin recurrir más que a su “instinto” y sin pretensiones de sabiduría perdurable ni de objetividad. …”
Y cómo no quedarme enganchada de las palabras de Giordano que darán paso después a las de Dario González que nos hablará de El tiempo y la lógica del asombro, o lo que es lo mismo, nos introduce a la filosofía de Borges. Noé Jitrik, que desde 1997 es director del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires (y si está en la Wikipedia), nos habla de el inmenso trabajo realizado por nuestro autor, su continuidad en el tiempo, y de ahí a su poesía de mano de Santiago Silvester y ya que él nos habla de ella yo les voy a dejar también este poema titulado La fama (1981), en el que “enumera veintidós circunstancias (más que razones) que según él, sumadas, le depararon una celebridad que no podía comprender”.
“Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender”.
Finalmente, esa otra porción de Borges que tanto admiramos, “Su opción por la brevedad”, presentada por Graciela Tomassini. Hoy diríamos que fue un adelantado a su tiempo, si comprimía un mundo en un puñado de frases, ¿lo pueden imaginar jugando en twiter con esas palabras ajustadas que tan bien dominaba?
Toda esta introducción me ha resultado impresionante, ahora la obra de Jorge Luis Borges la leeré y releeré en muchos casos con más cariño, acercándome a él de otra manera, es un reencuentro, es un volver a Borges desde mi experiencia de vida, y desde el conocimiento que me han aportado los expertos.
Está claro que no puede haber mejor homenaje para este inmenso autor que “sólo quería ser poeta”, que hacer un trabajo como este, esta recopilación en la que seguro que dentro de poco ya tendré frases subrayadas, poemas pintados de amarillo, rosa o verde, y volveré a adentrarme con él por Quevedo y El Quijote, volaré hasta Kafka y Joyce, y como bien habrán imaginado me inundaré de nuevo de El Alepf, y en esta ocasión el baño será completo.
¿A qué ya están deseando tener esta obra en su biblioteca?
Merece la pena.
No lo duden.
Me lo llevo, todo lo que nos cuentas me gusta, y yo no conozco nada más de Borges que lo que tantas veces aparece reprendió una y otra vez hasta el hartazgo en las redes sociales, tanto sale, que acabas descartándolo, como nos pasaba con lo que nos daban en el colegio.
¡Pero! Me has curado, querida Susana. Éste se viene conmigo.