Cuando me recomendaron la lectura de En busca de New Babylon me insistieron en la sorprendente renovación del género western por parte de la jovencísima autora Dominique Scali. ¿Quién es Dominique Scali? Pues una periodista canadiense que con treinta años publicó esta obra premiada en varios festivales de novela en Canadá y nominada en otros cuantos de Francia. Una joven escritora nostálgica de todas las épocas que no vivió, pero que con su narrativa consigue evocarlas como si de allí mismo procediera, tal es el caso de la impecable ambientación que consigue desarrollar del Lejano Oeste. Es, precisamente, en la genialidad de su prosa donde el western se eleva a un nivel superior. La historia que, si se llevara al cine, firmarían con gusto los hermanos Cohen y que, en muchos aspectos, podría equipararse a la obra de Ron Hansen, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, también llevada al cine. Lo dicho, no por nada recibió tantos halagos y reconocimientos en Canadá y en Francia.
Antes de este libro, mis incursiones en aventuras de forajidos en el Salvaje Oeste se reducían a cómics de Jonah Hex, alguna que otra disparatada novela de saldo de Silver Kane o aquella del maestro Stephen King que arrancaba con «El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él».
Esta novela, ópera prima de Scali, consigue recrear de una manera sorprendente una época salvaje en la que la vida de un hombre pendía del revólver de quien bebía a su lado en mitad de un paisaje árido de cactus, burdeles y tabernas polvorientas. Lo hace, además, con una estructura compleja y a la par necesaria para presentar, de forma magistral, a los cuatro protagonistas de esta historia. En el relato se van a mezclar las vidas de cuatro personas durante los años que viajaron de un lado a otro del Oeste americano. Así, en la novela se supeditarán las desventuras del reverendo Aaron, personaje que formará parte de la vida de Charles Teasdale, asesino y pirómano en continua busca y captura por reducir poblaciones enteras a cenizas y que consigue siempre escapar de la horca; Pearl Guthrie, una joven y bella mujer que ansía recorrer el Oeste en busca de un buen marido cueste lo que cueste; Bill el Ruso, bandido y criminal que se afana en fundar su propia ciudad de caos, New Babylon, hogar para todos los repudiados y malhechores.
La autora de En busca de New Babylon ha estructurado la novela en cuatro partes, cada una de ellas enfocada en cada uno de sus protagonistas, junto a un prólogo y epílogo basados en el reverendo, hilo conductor de este fascinante entramado. Arranca la obra con el hallazgo cerca de un rancho del reverendo Aaron al que le han amputado las manos. Así, con efectismo en nada gratuito, Scali muestra la crudeza de un tiempo, 1881, donde la palabra de Dios y la violencia van unidas como un forajido a su sombrero. La familia que lo acoge desea saber su historia, pero él, pese a haberse ganado la vida con la palabra, tan solo pide que lo lleven a un burdel de prostitutas. Comienza, entonces, el viaje por la historia de los diferentes personajes. Viaje tanto físico, a lo largo y ancho del continente norteamericano, como en el tiempo. Diferentes épocas que narran diversos acontecimientos relacionados con los personajes y que sirven para presentarnos sus preocupaciones, sus sueños o su deseo a la muerte. Es el caso de Charles Teasdale, un criminal que adora el fuego y que no duda en hacerlo todo arder una vez consigue sus propósitos. Está harto de vivir en una continua prisión, ya sea libre o encerrado: «Los presos, cuando son liberados, saltan de contentos aunque fuera no haya más que desierto; yo no veo la diferencia», dejará escrito en una de sus notas. En él se refleja el sentimiento de continua búsqueda del peligro cuando ya no se tiene nada por lo que seguir adelante y el vivir y el habla de los hombres de mediados y finales del siglo XIX. Consigue escapar hasta nueve veces de la horca, una de ellas, liberado por el reverendo Aaron. Sus frases y su firma, lo único que desea postergar tras su muerte, encabezan cada capítulo durante todo el libro para que conozcamos mejor su psicología:
«No es el hecho de estar en movimiento lo que me convierte en nómada, sino el hecho de no volver jamás».
La historia de Pearl Guthrie no parece correr mejor suerte. Su mayor deseo siempre fue recorrer el Oeste y conocer a un buen marido, pero vive en una época en la que los hombres tratan a las mujeres como simple carnaza donde desahogarse y quien consigue acompañarla en su aventura no hace más que utilizarla para sus propios intereses. Ahí entra en acción Bill el Ruso, con quien finge falsos matrimonios con el fin de conseguir dinero en las distintas poblaciones que recorren para financiar la construcción de New Babylon, una ciudad que solo existe en los sueños imposibles de hombres perdidos en mitad del desierto, esquivando balas que llevan su nombre escrito. Todas estas narraciones se unirán para desentrañar todas sus sufridas vidas y saber el secreto del reverendo Aaron, su propia historia y de cómo le fueron arrancadas las manos.
Duelos en tabernas, corsés y risas en los burdeles, polvorientos caminos recorridos a caballo, todos y cada uno de los elementos del mejor western se desarrollan a lo largo de una obra sobresaliente, con una narración muy inteligente y un argumento cuidado al detalle por su autora. La editorial Hoja de Lata, a quienes estoy muy agradecido por cederme este libro, descubrió esta historia y decidió incluirla en su catálogo en una edición muy trabajada, perfecta sería decir poco, en cuanto a traducción y corrección. No puedo más que recomendar la lectura de En busca de New Babylon y dejarse seducir por aquello que evoca: el rumor de un vaso de whisky y el olor a madera de las viejas tabernas donde se debaten en duelo unos pistoleros.