Cocina Indie, de Mario Suárez
Ilustrado por Ricardo Cavolo
Un fetiche es, según la RAE, un ídolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales. Vamos bien, porque aquí ídolos hay muchos. Y, ¿qué sucede cuando juntamos la palabra fetiche con comida? Pues que nos encontramos ante una explosión tal que mi estómago empieza a rugir desde el mismo momento en que piensa en cualquier alimento que ingerir. Soy así, me encanta la comida, quizá por eso mi médico siempre me dice que tengo que masticar más despacio, pero mis ansias son mucho mayores. Pero como os decía, un fetiche es un objeto de culto, y ahí es donde entra este libro, porque aunque su título sea de cocina, aunque en su interior se encuentran algunas recetas con las que compartir un buen plato, una buena mesa, y un buen postre, lo que aquí nos encontramos es mucho más, algo raro si se me permite la expresión, porque raro es que con un libro de cocina te entren ganas de montarte un concierto o rellenar tu vida, mientras masticas, con una banda sonora digna de cualquier melómano empedernido.
Pero me estoy adelantando, ahora lo entenderéis todo, no os preocupéis. Estáis a punto de entrar en un mundo de sabores repletos de sonidos que, lo intuyo, jamás olvidaréis.
¿Qué es una paella rock? ¿Y las berenjenas rellenas de cariño y queso? ¿O un risotto electropop? Puede sonaros extraño, pero todo es comida, y comida de la buena, pero con un aderezo interesante, con una visión distinta de lo que se supone tiene que ser la cocina, la elaboración de un plato, los ingredientes que hay que utilizar para que el plato quede decorado a las mil maravillas. En “Cocina indie” lo que importa es la experiencia, lo que se vive al construir lo que llevarte a la boca, mientras al fondo, o muy cerca, suenan algunos de tus grupos favoritos. Por estas páginas desfilan Annie B. Sweet, David Bowie, Love of Lesbian o Morrissey. Porque cada plato es como un disco nuevo que ponerte al oído, pero que degustar con la boca. Al fin y al cabo, estamos hablando de comida ¿no?. Pero, ¿quién dijo que era imposible unir dos placeres como comer y escuchar? Desde luego que, el que me diga que lo es después de tener este libro entre sus manos, caerá en el más ardiente de los infiernos, y que no espere que yo le vaya a buscar. Porque la vida es muy corta amigos, y perdonadme si yo prefiero disfrutarla comiendo y bailando.
Pero vayamos al libro para que lo veáis mejor. Dividido en entrantes, primeros y segundos, y postres y cócteles, nos encontramos desde recetas más sencillas para elaborar hasta otras más complicadas que seguro os servirán para que los invitados que se sienten a vuestra mesa os alaben el gusto (y quien sabe si alguna cosa más). Pero, esperad, porque se me olvidaba lo más importante. No sólo es un libro de recetas con música, eso ha quedado lo suficientemente claro en el anterior párrafo, y yo no quisiera repetirme. ¿Quién os hubiera dicho, hace tiempo, que un libro de recetas se puede leer como si fuera una novela, o una colección de relatos breves? Pues sí amigos, eso pasa en este libro escrito por Mario Suárez e ilustrado por Ricardo Cavolo del que os estoy hablando. Cada uno de sus platos vienen con un significado, con una pequeña historia que os ayudará a elaborar la receta que tenéis entre manos. Ahora es cuando os tenéis que poner las manos en la masa, sacar al chef que lleváis dentro y sorprenderme, digo… sorprender a vuestros invitados (¿lo veis? Lo mío es ansia por la comida, si es que ya me lo dice mi médico).
Si algo bueno tienen ciertos libros es su originalidad unida a la funcionalidad. Puede que vosotros seáis de recetas más tradicionales, de una visión más clásica de lo que un libro de cocina os puede proporcionar, pero de lo que nadie puede bajarme es de alabar el gusto a Lunwerg por crear este legado de mitomanía y comida musical que me ha hecho divertirme mientras cocinaba. Y eso que yo, aquí donde me veis, no soy un cocinillas que preparen unos platos que dejen ojipláticos a los presentes, soy más bien un perezoso que saliva con el plato ya caliente en la mesa, pero qué cosas tiene la literatura, los libros de comida, la música, el hambre, o qué sé yo cuántas cosas más. No sólo me hace escribir reseñas, sino también aprender a cocinar pequeñas maravillas para paladares exquisitos.
Y ya lo sabéis, de postre… una buena banda sonora.