Mis padres me han dicho toda la vida que hay que comer de todo. En algunas cosas, he hecho lo contrario de lo que me dijeron, claro, como buena hija. Pero en esto he sido obediente: intento comer de todo y probar cosas nuevas. Pues con los libros, me pasa algo así, procuro leer de todo y es muy raro que alguno me decepcione tanto como para decir: nunca más.
Decidí leer Como el agua y el fuego porque me apetecía algo tranquilo, porque a veces el cuerpo y la mente te piden que les des algo dulce y suave, o por lo menos que no pique y te estropee la digestión. Y después de su lectura, tengo algo que deciros, chicas: el romanticismo no ha muerto. Aunque lo han intentado, aunque a veces sea un género denostado por los intelectuales, aunque ahora se lleve más lo violento, oscuro o futurista, sigue existiendo el romance. En esta novela también hay personajes a los que solo les interesa lo material, pero lo que triunfa es el amor sincero y verdadero. En estos días que parece que todo lo mueve el capital, es bonito ver que todavía queda gente noble. ¿Qué sería de nosotros sin la pasión, el corazón y el amor?
Ambientada en Escocia, en una mansión victoriana rodeada de naturaleza, espuma de mar, niebla en las colinas y rebaños de ovejas. Nos cuenta la vida de una familia recién construida, ya que el dueño de Gillespie, viudo, se casa con una parisina que tiene cuatro hijos adolescentes. Un cambio radical y no muy bien aceptado por los chicos franceses. La única que lo intenta es la pequeña Kate, que encuentra en su hermanastro Scott el apoyo necesario para sobrellevar su nueva vida. Scott, nueve años mayor que Kate, viene de acabar su formación y va a tomar las riendas de la emblemática destilería de whisky y demás negocios de la familia. Se crea muy mal ambiente y enfrentamientos.
La novela me ha transportado en el tiempo. He tenido la sensación de estar en el pasado, en el siglo XIX, todo el rato. Solo cuando de vez en cuando aparecía algo de la tecnología de nuestros días, me acordaba de que el tiempo de la historia es actual. Las palabras avión, facebook o jeep están como fuera de contexto. Algunos pasajes me han recordado a las novelas de Jane Austen o de las hermanas Brontë, pero sin la parte rebelde, ni la profundidad de los personajes. Faltaban los bailes en los grandes salones con chimeneas enormes y los vestidos con corpiño, miriñaque y gasas. Françoise Bourdin tiene una forma de contar las cosas bonita, elegante, sin estridencias ni palabras malsonantes, aunque esté describiendo una discusión acalorada. Todo es comedido y dentro de las formas correctas.
Si os gustan las novelas de Lisa Kleypas o Danielle Steel, vais a disfrutar de este libro. ¿Os acordáis de Corín Tellado? Cuando estaba leyendo Como el agua y el fuego, mi cerebro rescató de mi subconsciente a estas escritoras. Françoise Bourdin parece que ha vendido mucho en el país vecino, desde hace años, pero que hace poco que se publica en España. Para las amantes de la novela romántica, que no tórrida, es una autora a tener en cuenta. Tengo ganas de leer alguna de sus otras novelas, parece ser que esta es de las pocas que no está ambientada en la campiña francesa. Aunque yo soy más de la Gran Bretaña (me gusta mucho Rosamunde Pilcher), estoy segura de que esos magníficos chateaux y grandes maisons son estupendos escenarios. Como lo ha sido esta mansión escocesa en Como el agua y el fuego.
Es una novela amable, con pocas sorpresas, entretenida, que se pasa volando y que te deja con ganas de algo más. Donde los buenos son muy buenos, donde los malvados no te gustan nunca. Donde triunfa el amor y la bondad y el trabajo duro es recompensado. Como tiene que ser. Es un cuento de hadas, con final feliz. Al acabar el libro sueltas un suspiro y una sonrisa.