Cualquiera que me conozca bien sabe que estoy un pelín obsesionada con la literatura del siglo XIX. Hay algo en ella que me relaja y que me hace querer leer para conocer más. Esa vida alejada de las tecnologías pero lo bastante adelantada como para permitir a quien quisiera (en realidad, en aquella época no era quien quisiera, sino quien se lo podía permitir) llevar una vida tranquila y viajar para conocer la cultura de otros países.
Quizás por este último motivo esta novela llamó mi atención. Aunque no conocía a la autora, debo decir que lo que me hizo leer este libro fue el viaje cultural que recorría los protagonistas por las ciudades catedralicias inglesas. A priori, me pareció que sería muy interesante leerla y que podría descubrir a una nueva autora que mereciera la pena.
Y no me equivoqué en absoluto. La lectura me pareció interesante desde el principio. Por si no fuera poco, la autora no solo describe detalladamente las catedrales de las ciudades por las que viajan nuestros protagonistas, sino que también añade referencias a otros autores y obras literarias. Quiero destacar aquí la referencia a Persuasión, última obra de Jane Austen, que tiene un significado especial en esta novela. Todo ello a través de una pluma fluida y muy cuidada que refleja sus grandes dotes para la literatura y que me ha transportado por completo a esas ciudades inglesas.
Alejándonos de los aspectos formales y centrándonos en la historia, me ha encantado la forma en la que transcurre la historia, cómo se desarrolla cada uno de los encuentros entre nuestros personajes, un hombre (Jack Copley) y una mujer (Katherine Schuyler) que se encuentran constantemente durante la ruta de las ciudades catedralicias. Además, al estar narrada en dos voces, permite al lector saber lo que piensan cada uno de ellos respecto al otro y cómo la persecución de Jack a Kitty origina más de una situación divertida. Esto ha hecho que me haya leído la novela en una sola tarde y que esté deseando releerla.
A medida que avanzaba con la lectura, me dejaba llevar por la historia y viajaba junto a estos y otros tiernos personajes a su época y me encandilaba con la persecución amorosa (que no resulta ser un acosador, ni nada por el estilo). Esta es una novela simple, que no profundiza en los personajes ni en la historia de amor pero sí lo hace en el desarrollo de su viaje, en los destinos a los que viajan y en los constantes reencuentros que se producen entre ellos. Y también en los que desafortunadamente no se producen, aunque ambos protagonistas lo deseen más que nada en el mundo…
Cortejo en la catedral es una entretenida novela narrada a dos voces que no se me ha hecho larga en ningún momento y que he saboreado por los paisajes, las referencias culturales y la nota divertida de la autora. Ha resultado ser una novela muy fresca y perfecta para verano que me ha trasladado por completo al siglo XIX y al viaje que realizan los dos protagonistas de la historia.
Aunque es muy difícil que un libro tan corto transmita tantas cosas a la vez, me ha parecido que la autora ha sabido aprovechar cada una de las páginas para relatar esta historia de amor, viajes y aventuras. A pesar de no estar muy interesada en el aspecto religioso de las catedrales, la arquitectura me encanta y creo que me apuntaría este viaje para hacerlo en los próximos años… Y si es con un Jack Copley y una Kitty Schuyler, no me lo pensaría dos veces. La diversión y las “aventuras” estarían sin duda aseguradas.
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