Venecia. Siglo XVIII. Una joven huérfana que sueña desde que comienza el día con una vida mejor. Una mujer que quiere que se le reconozca su talento para la música, más allá de su mero papel de flautista en los conciertos de Vivaldi. Utilizada para lograr sus objetivos, cada día se siente más perdida y lucha por encontrarse a sí misma en un mundo en el que nadie la ha visto como realmente es.
Me engañaría a mí misma si dijera que Costanza del silencio es una historia alegre, de esas que saboreas desde el principio y hasta el final por su positivismo y su final feliz. Pero la vida de las mujeres del siglo XVIII, que es donde se sitúa este libro, no era nada fácil. Y más si no tienen una familia, como nuestras protagonistas. No tenían elección y lo sabían desde que nacían. En su caso, dedicarse a la música, siempre que su Maestro lo quisiera así, y vivir únicamente para satisfacer sus deseos; o casarse, en el mejor de los casos, y vivir tan solo para satisfacer a su marido hasta el fin de sus días.
Sin embargo, esta ha sido una de las cosas que más me han gustado de esta novela. No creo que haya sido nada fácil para el autor ponerse en el lugar de una mujer de otro siglo, sin opciones en la vida, algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados en el siglo XXI. Y esto es lo que hace grande esta obra. Una visión completamente feminista que profundiza en lo que la mujer deseaba en esos momentos, que se le reconociera su papel en el mundo y la capacidad de elegir. La falta de libertad lleva, en este caso, a Costanza, a una vida infeliz en un mundo en el que primaban los deseos de los hombres.
Pero, pese a todas estas dificultades y estos obstáculos con los que se encuentra, Mario Barra Jover ha creado un personaje valiente, que reivindica su papel en la sociedad y que no tiene miedo a expresar lo que piensa, aunque esto le traiga más de un problema. Un personaje con fuerza y determinación, que incluso va adquiriendo más voz y personalidad a medida que avanza la novela, mientras pasan los años en su vida. El desarrollo de su personaje, a medida que aprende de sus vivencias, es de lo que más he disfrutado desde que comencé a leer este libro.
Y a su vez, algo muy importante, es que no solo ha dado voz a la protagonista, Costanza, sino a todas sus compañeras músicas del orfelinato. Estas que ayudaban a los grandes genios de la música clásica a convertirse en lo que son actualmente. Se les reconoce su labor y su trabajo, aunque sea tan solo en estas páginas y tantos años después…
A pesar de ello, un tema al que también hace mención es al de la competitividad y las envidias entre estas mujeres y compañeras. Una delicada y compleja cuestión que se podría dar de igual forma en la actualidad pero que se agrava en la época, ya que cuando una mujer no destacaba entre las demás, significaba que no tenía muchas opciones. Los insultos, la falta de ayuda mutua y las envidias que provocaba, por ejemplo, nuestra protagonista, le hacían sentirse sola en tantos momentos que hace que empatices con ella. ¿Qué ha hecho para merecer eso? En tu caso, ¿qué harías? ¿Te disculparías por tener talento? Es algo en lo que reflexionar, ya que esto se da a día de hoy y me parece que Mario Barra saca a colación por algo…
Algo igualmente importante, y en lo que el escritor hace hincapié, es en la música. No sé si será un apasionado o si disfrutará con ella, pero es algo muy relevante en la historia. Es un elemento que ocupa una gran parte de sus descripciones, logrando captar la atención del lector y emocionándole como si estuviera en un teatro y realmente la escuchara. Al menos a mi me ha evocado a esos momentos de tranquilidad, en los que escuchar música clásica me relaja y me transporta a un mundo en el que parece (solo parece) que todo es mejor. Supongo que también es un elemento que era necesario en esta triste historia, por poner algunas notas de luz en medio de tanta desesperación y soledad (aquí podéis escuchar una completa playlist con todos los fragmentos que son tocados en la novela)
Respecto a la narración, debo decir que es una de las pocas cosas con las que no he disfrutado tanto de esta novela. A pesar de que el escritor muestra un gran dominio del lenguaje, con descripciones detalladas y un uso impecable de las figuras retóricas, debo decir que en ocasiones me ha aburrido. Pero, aunque creo que le cuesta arrancar al principio, y que el ritmo en ocasiones se me ha hecho demasiado lento, siempre ocurre algo que te anima a continuar con esta historia.
Y creo que me dejo lo mejor para el final, ya que, por si no fuera poco, Marrio Barra introduce un tema de actualidad en esta novela: la homosexualidad. Algo completamente tabú en el siglo XVIII y que está a la orden del día en la actualidad. Y profundiza además en ello, en el placer que pueden aportarse mutuamente dos personas del mismo sexo. Algo que hace a la vez que Costanza se confunda y crea que es inmoral.
Pero, ¿qué es inmoral y qué no lo es? ¿Quién decide eso? El autor nos hace reflexionar con la protagonista sobre esta cuestión, y es que es realmente cierto: ¿Quién nos puede decir qué es correcto o incorrecto? Creo que, simplemente, la sociedad es la que imponía y, a veces, sigue respondiendo a esta pregunta y nos lo enseñan desde nuestra infancia. Pero somos nosotros mismos quienes podemos decidir qué creer y qué no…
Costanza del silencio es una novela que me ha hecho reflexionar, que me ha hecho amar la música más de lo que ya lo hago, y que profundiza en el papel de la mujer más allá del siglo en el que se encuentra ambientada. La falta de libertad y de opciones es algo que ya no existe en este siglo pero sí es cierto que seguimos viviendo en un mundo en el que algunas veces, seguimos encontrándonos con situaciones machistas. Pero, como el autor recuerda en este libro, hay que seguir luchando pese a las circunstancias en las que vivamos. Si Costanza pudo, nosotros también podremos. ¿O no?
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