Si has leído algún libro de la editorial Candaya, sabrás que publica a autores que apuestan por narrar de una forma diferente. Si desconoces esto y echas un vistazo a la sinopsis de Cuántas cosas hemos visto desaparecer, de Miguel Serrano Larraz, quizá te lleves una impresión equivocada de la historia que te vas a encontrar.
La sinopsis nos presenta a las dos protagonistas: Sonia, una niña obsesionada con la muerte, y Berta, obsesionada con el paso del tiempo. Ambas se convierten en amigas al compartir los veranos en un pueblo del Pirineo, Ardés, y lo que estrecha su lazo todavía más es compartir un proyecto descabellado: crear una máquina del tiempo. Sin embargo, con el paso de los años se distancian. Cuando está a punto de cumplir cuarenta años y lleva cinco evitando todo contacto con Berta, Sonia recibe un mensaje suyo en el que le asegura que ha encontrado el modo de viajar en el tiempo y quiere que queden para contárselo. Y es este elemento el que quizá te haga pensar que estás ante una novela de ciencia ficción, pero no es eso exactamente. Cuántas cosas hemos visto desaparecer habla constantemente de viajar en el tiempo, sí, pero sin necesidad de máquinas imposibles.
Si Sonia se empeña en evitar a Berta es porque, precisamente, su vieja amiga se ha transformado en su particular viaje en el tiempo. Nada más ver su nombre en la pantalla del móvil, los recuerdos de su infancia y juventud la asaltan, así como los caminos alternativos que nunca cogieron, pero ojalá lo hubieran hecho. Y no solo viaja al pasado, le hace juzgar su presente, a sí misma, y todos los futuros que ya no serán por las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida.
A través de los recuerdos de Sonia y de la voz de Berta, Miguel Serrano Larraz hace un retrato de nuestro pasado reciente, en el que se reconocerán los nacidos a finales de los setenta y principios de los ochenta, o tal vez muchos más, pues las primeras veces, los miedos y los sueños adolescentes traspasan las barreras entre generaciones. Y, cómo no, reflexiona sobre los viajes en el tiempo, una obsesión más frecuente de lo que parece a simple vista. Como muestra una conversación de la novela, es el mito que marca la narrativa moderna. Perdidos, Doctor Who, Terminator, El Ministerio del Tiempo, Harry Potter, los superhéroes de Marvel o Borges lo han abordado. Incluso viajamos en el tiempo a menudo sin darnos cuenta: cuando rememoramos el pasado, cuando imaginamos los posibles futuros que se abren ante nosotros; por ejemplo, al escoger un trabajo o una pareja, al elegir o no ser padres. Incluso los correos electrónicos o los audios de WhatsApp son, de alguna manera, máquinas del tiempo: personas conversando desde momentos distintos.
Cuántas cosas hemos visto desaparecer es, por tanto, una reflexión sobre el paso del tiempo, las renuncias de la vida y la traición (o no) a aquel adolescente que fuimos y a ese adulto que soñábamos ser. Un viaje en el tiempo incesante, pero hacia nuestro interior.