Practicar sexo tiene un montón de beneficios. Y no lo digo yo, lo dice la Ciencia. Una persona activa sexualmente puede alargar su vida, mejorar su estado físico y su salud cardiovascular. Además, las relaciones sexuales suben nuestra autoestima, reducen el estrés, nos ayudan a dormir mejor, mejoran nuestra piel y nos hace sentirnos más jóvenes y con más ganas. Como veis, son todo ventajas. Ya no es solo el hecho de pasar un buen rato, que también, sino que además de disfrutar estamos haciendo algo que es la leche para nuestra salud. Todo bien, ¿no?
Cuarenta maneras de fornicar, el libro del que hoy os hablo, es todo un tratado a la vida. Porque, si como os decía antes, mantener relaciones sexuales alarga nuestra vida, en las páginas de este libro hay mucho fornicio. Concebido a los pocos meses del estallido de la revolución francesa, este tratado de autor anónimo supuso todo un escándalo. No se trata solo de la época en la que fue publicado. Los franceses siempre nos van a llevar años de ventaja en eso del culto al amor y al sexo. Lo realmente revolucionario de este libro es que ese autor anónimo, a quien sin duda no le faltaba guasa, dedicó este libro a la clerecía de Francia. Ejém. Chúpate esa. Ya en la portada del libro podemos leer esta declaración de intenciones: “Dedicadas a la clerecía de Francia, en Cítera, donde está el templo del placer. 1790”.
El historietista barcelonés, Joaquim Aubert Puigarnau, más conocido por su nombre artístico Kim, es el encargado de ilustrar, con todo lujo de detalles y también con una poquita de guasa, este texto anónimo del siglo XVIII.
El título, Cuarenta maneras de fornicar, nos lo deja claro, ya sabemos qué es lo que vamos a encontrar entre sus páginas: nada más y nada menos que cuarenta formas distintas de entregarse al maravillo arte del disfrute físico. Hay posturas y situaciones para todo tipo de amantes, desde la clásica manera tradicional: “follar a la manera tradicional, tal y como lo hizo nuestro padre para darnos la vida”, la sultana “fue inventada por una de las mujeres de Mehmed III, y le valió el título de favorita del sultán”, el dulce empalamiento, o la rana nadadora “la chica solo deberá dejarse llevar por los movimientos para navegar a todo trapo por este océano de placer”; hasta posturas más locas como el enema galante, la centinela, la bestia de dos cabezas o la cebolleta de Milán.
No le falta ingenio al autor a la hora de ponerle nombre a todas estas maneras de fornicar, como tampoco le falta detalle a la hora de describirlas, os lo aseguro. Además, por si no lo entendemos muy bien, las geniales ilustraciones de Kim nos lo dejan bastante claro. Así que ya sabéis, queridos lectores, la vida es muy corta, pero el placer puede ser muy largo. El maestro Woody Allen dijo en alguna ocasión: “El sexo sólo es sucio cuando se hace bien”. Yo os recomiendo mucho este tratado para dejarlo en la mesita de noche. Seguro que alguna sorpresa os lleváis. Y si alguien os pregunta que cómo es que estáis tan contentos y que qué piel más joven tenéis últimamente, vosotros sonreíd, que eso también alarga la vida.