Algunos, (muchos, seguramente), se rasgarán las vestiduras, si es que todavía hay gente que hace eso, al dejar esta reseña en mis manos. Yo en su lugar lo haría (si todavía se rasgaran). Y sería justo. Porque, ¿cómo describir con palabras lo que este genio ha transmitido al que esto escribe?
Recuerdo que en C.O.U., la asignatura Historia del arte era de mis preferidas. No sólo porque nos subían a una sala especial dotada con proyector de diapositivas y en donde escapabas de la mirada de la profesora amparándote en la oscuridad. Sí, pero no. Me gustaba oír las explicaciones detalladas del Laocoonte, la novedad que supuso la curva praxitélica, el hieratismo, los escorzos, las cariátides, los significados de lo que se representaba en los lienzos, los nombres técnicos, la bóveda de cañón y la de medio punto, el arco ojival, el de herradura, el arbotante o botarel… tantos y tantos términos… y seguramente nos quedamos cortos, como suele pasar.
Pues bien. La peor parte de esa asignatura era la pregunta del examen en la que sí o sí, tocaba hacer el comentario de una obra de arte, como si se tratara de un comentario de texto. Había que poner en práctica todo lo aprendido pero también había que echarle algo de imaginación.
¿Y por qué cuento todo esto? Porque al contemplar (sí, he dicho contemplar, no leer) Battaglia. Cuentos y leyendas no puedo evitar comparar estas ilustraciones con el arte. Porque echo de menos no haber recibido ninguna clase dedicada al cómic o a la ilustración para poder al menos salir airoso de esta reseña. Ya sé que para eso hay toda una carrera, pero unas nociones básicas, lo mismo que hay gente (a mí tampoco me tocó) a la que le enseñaban a tocar la flauta (cosa que, en cambio, no echo en falta).
Dino Battaglia es uno de los innovadores del noveno arte. Fue acusado de ser más ilustrador que historietista, de preocuparse más por lo estético y preciosista que por la narración. Y eso se nota. Muchas de las historias las concluye de una forma demasiado naive para mi gusto y tal vez algo precipitada. La mayoría tiene también una moralina al servicio de la religión.
En este tomo tenemos historias cortas (alguna, como El corazón en el cofre, de tan solo dos páginas) y autoconclusivas. La mayoría son adaptaciones literarias de cuentos conocidos por todos. De hecho, es uno de los historietistas que más acudió a la literatura para inspirarse:
“no había tenido jamás la necesidad de inventar nuevas historias, dado que había tanta buena literatura por ilustrar”
Creedme si os digo que con algunas he retrocedido a mis años de infancia, en los que tumbado en la cama leía cuentos infantiles. Así, tenemos cuentos conocidos como Rompeltisquillo de los hermanos Grimm, Ceniciento y Barbagris (adaptación de La Cenicienta), Los candelabros del obispo (traslación de un pasaje de Los miserables), Una canción de Navidad (Dickens) o El gigante egoísta de Oscar Wilde entre otros. Hay también leyendas como la de San Jorge y la de San Cristóbal o cuentos rusos como El pájaro de fuego, y El rey del río de oro.
Como ya he dicho, las ilustraciones de Battaglia son arte puro. Puedes abrir el libro en cualquier página al azar y da igual donde aparezcas; la vista se demora en esa página. Su técnica es un derroche visual que hipnotiza la parte racional del cerebro. Además, en algunos casos no hay secuencialidad, no usa la viñeta como elemento vertebrador del lenguaje del cómic y maneja con grandísima originalidad la composición de la página.
Recomiendo mucho esta cuidada edición pues, aparte de ser de auténtico lujo recopila adaptaciones literarias más o menos conocidas, la mayoría de las cuales son inéditas en España, y también aconsejo la lectura enormemente instructiva del prólogo.
Battaglia. Cuentos y leyendas se erige por derecho propio en un imprescindible del cómic que te transporta a los clásicos de la literatura con técnica, belleza y saber hacer. Imposible no disfrutar de historias de siempre con un trazo como nunca se ha visto.