El término francés del flâneur (paseante) se asocia a ese personaje literario de los siglos XIX y XX que se solía ver por las calles de París, paseando sin rumbo, como si fuera una parte más del mobiliario urbano. Este ente callejero vagaba sin destino, buscando más experiencias de tipo sensorial que material. Pero fue el análisis que Walter Benjamin hizo de esta figura en su obra El libro de los pasajes lo que elevó su estatus dentro de la literatura. Casi un siglo después, David Wagner intenta emular a Benjamin y otros flâneurs alemanes como Kracauer o Hessel (cuyos Paseos por Berlín también ha publicado Errata Naturae), ofreciéndonos con De qué color es Berlín una visión totalmente subjetiva y personal de la capital germana.
Pocas ciudades de Europa tienen un poder de atracción mayor que Berlín. Pasear por sus calles es dar un paseo por los acontecimientos más importantes del siglo XX. Berlín, que durante la Guerra Fría se convirtió en el centro del mundo, afronta con orgullo el siglo XXI siendo una ciudad multicultural y cosmopolita, destino favorito para millones de jóvenes (y no tan jóvenes) de los cinco continentes.
No. Berlín no es feo. Berlín es hermoso, pese a la basura con frecuencia nada pintoresca y a su silueta de esquinas y aristas. ¿Por qué si no iba a venir tanta gente?
David Wagner se echa a andar desde la primera página, sin hacer ningún tipo de presentación. Porque él no se siente personaje de su propia historia; el único personaje de su libro es la propia ciudad de Berlín. En sus paseos sin rumbo desgrana cada calle y cada barrio, tomando nota de sus gentes y constatando las diferencias entre las distintas zonas de la ciudad, marcadas cada una por diversos niveles económicos o migratorios. En sus largas caminatas, el autor se va impregnando de los múltiples ambientes, del olor de los puestos callejeros y de las señales modernas que van cambiando el semblante berlinés, terminando en ocasiones en lugares alejados y desconocidos incluso para el propio Wagner.
En la lectura de este libro merece la pena tener siempre a mano un móvil, tableta u ordenador en el que poder ir buscando los lugares por los que vamos transitando junto al autor. Pero que no espere el lector unos paseos convencionales y turísticos por Berlín, como los free-tours tan de moda en la capital alemana que llevan a millones de turistas por lugares tan emblemáticos como la Puerta de Brandeburgo, el Monumento del Holocausto o el Checkpoint Charlie. En De qué color es Berlín pasearemos por esos lugares conocidos, junto al Reichstag o la East Side Gallery, faltaría más, pero también por barrios y calles en los que el turista de fin de semana ni está ni se le espera, pero que también forman parte de la rutina diaria de cualquier berlinés.
David Wagner hace de Berlín lo que todos nosotros podríamos hacer de nuestra propia ciudad. Todos tenemos una ciudad que está esperando a que salgamos a encontrarnos con ella, a buscar en sus gentes y sus rincones millones de historias perdidas. Porque el turista tiene una excusa; hay poco tiempo y tiene que aprovecharlo al máximo. Pero los demás tenemos nuestra casa los 365 días abierta, y libros como este nos hacen ver que las grandes ciudades tiene un buen puñado de razones por las que merece la pena patearlas hasta la extenuación. Yo os dejo, que me voy a dar un paseíto…
… Berlín es verde, dices, pero en realidad tiene los colores del asfalto o de la arena, el rojo del ladrillo, el tono pimienta y sal del granito del pavimento, el azul y el violeta del empedrado.
César Malagón @malagonc