“Dexter”, de Jeff Lindsay
“Esta noche es la noche”. Creo que esa es la frase con la que se abre Dexter, la famosa y ya terminada serie de Showtime. Una frase que se repetirá algunas cuantas veces y que marca el destino de las víctimas de este forense experto en manchas de sangre y asesino en serie a la vez.
No hice mucho caso en el momento de su estreno; por aquel entonces las series no gozaban de tanto prestigio como actualmente ni abundaban tanto ni tenían el nivel de ahora, o a mí no me lo parecía. Y además la política de emisión de series de las cadenas es de autentico asquito… Así que, si no llega a ser porque mi hermano me la recomendó puede que nunca me hubiera tragado, y no lo digo peyorativamente, todas las temporadas ( ocho, que sí, que no deberían haberse alargado tanto, que la última sobraba , pero había que verlas todas, ¿no?). Y se lo agradezco (aunque el final, pufff, no sé yo…) Pero bueno, que en líneas generales no dejó de ser una buena serie.
Dexter Morgan no es normal. Nunca lo ha sido y nunca lo será. No es capaz de desarrollar los sentimientos que cualquier persona alberga. No tiene emociones. Todo lo que expresa es teatro aprendido gracias a las lecciones que su padre adoptivo, policía para más inri, le enseñó cuando se dio cuenta de que le dominaba su “oscuro pasajero”. Cuando notó que los instintos asesinos de su hijo no se iban a limitar a los animales trató de encauzarlos y le dio un código para, por decirlo de alguna forma, matar bien, el código de Harry:
-Nunca ser atrapado en el acto.
-Nunca matar a una persona inocente.
-Siempre dedicar el tiempo necesario para asegurarse de que la víctima sea la correcta para eliminarla.
-Tener en cuenta que uno mismo es quien controla los impulsos asesinos, no al revés.
-Fingir las emociones y el comportamiento de modo que uno pueda encajar en la sociedad, sin destacar
-En un examen psicológico hay que responder lo opuesto a los sentimientos.
-Nunca hay que involucrarse emocionalmente, eso puede traer muchos problemas y evita poder pensar claramente.
-La muerte debe servir a un propósito, de lo contrario es un mero homicidio.
Así que, dejaremos a un lado la anormalidad de que un asesino en serie se dedique a matar a otros asesinos en serie que escapan de la ley, y la cantidad de asesinos en serie que hay en Miami, para hablar brevemente del cómic que nos ocupa: Dexter.
Y antes de nada recomiendo especialmente a los fans de la serie que no han leído ningún libro del padre de la criatura, Jeff Lindsay, (como es mi caso) que lean el prólogo de José Torralba en el que se nos muestran las diferencias principales entre los libros y la serie porque se llevarán alguna sorpresa.
Hala, al turrón. Dexter recibe una invitación para la típica reunión del instituto que tan frecuentemente vemos en pelis americanas y, como cabe esperar, no tiene ninguna intención de ir. Pero Rita, su pareja, ve la invitación y quiere ir porque quiere escuchar historias sobre él y conocer a sus amigos, descubrir su pasado… porque las mujeres “necesitan saber estas cosas de los hombres”.
Y he ahí que Dexter, que como era de esperar no tenía muchos amiguitos en sus años mozos, encuentra a Steve González, un matón que le hizo la vida imposible hasta que a Dexter se le hincharon los co… los winfors.
Ahora Steve González es toda una celebridad en Miami, dirige una fundación rehabilitadora y es un santo. Pero Dexter no se fía. Su “oscuro pasajero” le dice que no puede ser todo tan bonito y perfecto, que la gente no cambia ni tanto ni el cambio es para tan bien. Curiosamente, cerca de uno de los albergues de la Fundación de González aparece un cadáver, y así tenemos un nuevo episodio de Dexter.
Para ser sinceros el cómic tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Empezando por lo malo: el dibujo. Al margen de que ni Dexter ni Deb (Deborah aquí) se parecen en nada a Michael C. Hall y Jennifer Carpenter, el dibujo me ha parecido algo tosco e infantil. Sin detalle, plano y el color bastante alejado de lo soleado que debería ser. Tal vez esto último se deba a la influencia de la serie y a su comparación.
Por otra parte el argumento no está mal, recoge la esencia del personaje, aparece muy bien reflejada la voz interior de Dexter (la verdadera voz) y aunque el final es un pelíííííín estrambótico no le pongo peros.
En resumen, es una obra entretenida, fácilmente legible y un must have para los fans de la serie. Un episodio más, algo distinto a lo acostumbrado, para llenar el vacío ahora que ha terminado…aunque se oyen rumores de un spin off.