Intergrafías, de Celia Aguilar de Rueda

IntergrafíasLa poesía vuelve a estar de moda – ¿alguna vez dejó de estarlo? –, y esto es gracias a una generación de jóvenes que han encontrado en este género la mejor vía con la que expresar sus amores y desamores, los vaivenes vitales de la madurez, el miedo ante la previsible monotonía de una vida adulta. Redes sociales, vídeo o música son algunos de los medios utilizados por estos poetas para llamar la atención de otros jóvenes que comparten diariamente sus escritos. ¿Hay poesía buena y poesía mala? La verdad es que no me veo debatiendo ahora sobre eso.

Pero sí me veo hablando de libros y uno de ellos, el de hoy, es el poemario que publica Celia Aguilar de Rueda, poeta de tan solo 24 años que, tras mucho tiempo ofreciendo su poesía a través de redes sociales y blogs literarios, ha encontrado en Dalya Editorial el hueco en el que plasmar sus versos sobre papel.… Leer la reseña completa del libro "Intergrafías, de Celia Aguilar de Rueda" “Intergrafías, de Celia Aguilar de Rueda”

Música de ventanas rotas, de Varios Autores

Música de ventanas rotasVale, no he leído nunca un libro de John Fante. Quiero reconocerlo antes de nada para que el lector de esta reseña no busque en ella datos sobre él que no conocía. Y entonces, ¿por qué me leo un libro que se presenta como «Homenaje a John Fante»? No lo sé, ¿Por qué no?

Bueno, quizás en cierta medida sí que algo sé sobre el motivo de que haya escogido este libro y que ahora lo esté reseñando. En primer lugar, cuando me encontré con la portada, vi que la edición iba a cargo de Francesco Spinoglio, a quien años atrás leí por recomendación de un amigo suyo en Sueños de bolsillo (Eutelequia, 2011).… Leer la reseña completa del libro "Música de ventanas rotas, de Varios Autores" “Música de ventanas rotas, de Varios Autores”

Grandes pelmazos de las letras universales

Grandes pelmazos de las letras universales, de Enrique Gallud Jardiel

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Hacer parodia es fácil, pero hacerlo bien es extremadamente difícil, porque es imprescindible conocer al dedillo el objeto parodiado. La parodia se basa, precisamente, en el conocimiento tan perfecto como sea posible. El receptor de la parodia -espectador o lector-, si es buen conocedor del objeto parodiado -de lo contrario, ¿para qué perder el tiempo con un mensaje cuyas claves no se tienen?-, cazará inmediatamente al mal parodiador y la -esperemos- amable mixtificación no le hará ninguna gracia, sino que se quedará en simple patochada.

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