El año de la muerte de Ricardo Reis, de José Saramago
El único que quizá le puede hacer sombra a Fernando Pessoa en la inútil discusión sobre cuál es el mejor escritor de la historia de Portugal es José Saramago; y digo inútil porque en cuanto a libros, cuanto más y de calidad, mejor. ¿Para qué intentar elegir a uno si podemos disfrutarlo a los dos? Ambos nos hacen pensar a través de sus escritos y logran poner en palabras muchas de las sensaciones que, oh simples mortales que no seremos recordados, somos incapaces de trasladar a un papel.
Lo bueno de El año de la muerte de Ricardo Reis, es que podemos disfrutarlos a ambos en una misma novela. Más no se puede pedir.
Como sabemos, Fernando Pessoa solía escribir utilizando heterónimos, que son personajes inventados por un autor para atribuirle parte de su producción. Pessoa creó más de 70 heterónimos y uno de ellos es Ricardo Reis, al que el portugués le creó una vida con fecha de nacimiento, pero sin año de muerte, de ahí a que Saramago titule así a la obra, que nos narra el regreso de Reis a Portugal al enterarse del deceso de Pessoa, su creador.
La novela en sí narra la rutina de Ricardo Reis en Lisboa tras llegar en barco desde Brasil, adonde se había exiliado tras la instauración de la República en Portugal (Reis es monárquico) pero la magia de Saramago logra que esa rutina esté llena de pensamientos profundos que revelan el interior de Ricardo Reis (o de cualquier ser humano) y nos lleva una vez más a la conclusión de que el Premio Nobel cuenta como pocos los sentimientos que nos invaden en este andar incomprensible al que llamamos vida. La rutina al mismo tiempo empieza a ser salpicada de lecturas de periódicos que sirven para contarnos lo que pasa en ese mundo actual y lo que ocurre es la instauración de la dictadura de Salazar y la Guerra Civil en España que busca “traer la prosperidad” y “eliminar a los rojos comunistas”
Resulta más que interesante ver cómo el autor, de claras ideas progresistas y de izquierdas, logra sin embargo que sus personajes (Ricardo Reis, el dueño del hotel en el que se aloja, la iglesia, los políticos, los autoexiliados españoles a Portugal) piensen como gente de derechas, aunque por supuesto quienes lo leímos tanto no podemos menos que disfrutar de la ácida ironía que aparece en cada línea.
A la lectura de los diarios y a las caminatas por Lisboa (a través de las cuales cuenta la ciudad), que incluyen una visita al cementerio para ver la tumba de Pessoa, se le suman algunos escarceos amorosos que amplían el abanico de sentimientos que explicar, como los que tiene con Lidia, empleada del hotel y que representa a la clase baja (pero que no por eso deja de tener pensamientos fabulosos), o Marcenda, hija de un “hombre de bien” y también huésped del hotel, extremos sociales que no obstante tienen en común el amor en relación a Ricardo Reis.
Y extremos sociales que harán que Saramago nos haga ver el mundo aquél en el que las dictaduras fascistas ganaban terreno a gran velocidad y hacían saber a todos, a través de los periódicos que Reis lee, que una nueva era de progreso estaba naciendo mientras la pobreza que no es noticia se deja ver en las calles que nuestro personaje recorre.
Cabe destacar el papel del espacio físico del Hotel Bragança en la novela. Es realmente interesante cómo un comedor de hotel puede ser un micro mundo a través del cual se vea el exterior o el recorte que se hace de él.
Pero lo más importante de la novela, sin lugar a dudas, son los encuentros esporádicos que Ricardo Reis tiene con el fantasma de Fernando Pessoa, fabulosos idas y vueltas en los que la lucidez de los tres (Reis, Pessoa y Saramago) se hace presente en cada palabra, a través de diálogos sobre todo y sobre nada que nos resultarán difíciles de olvidar. Ambos se necesitan, uno no puede existir sin el otro, y en esos encuentros sale lo mejor de cada uno. No por nada Ricardo Reis se pasa toda la novela tratando de leer y se duerme, tratando de crear y no puede… Pessoa ya no está para darle lo que le falta a su heterónimo.
Puede que El año de la muerte de Ricardo Reis no sea la novela más famosa de Saramago, pero a mí me parece la más completa, profunda e interesante.
PD: No se si mi interpretación fue la correcta (en todo caso no importa, si lo sentí así) pero no quiero dejar de resaltar algo que le pasa a Pessoa en sus regresos de la muerte: sufre porque, así se lo cuenta a Ricardo Reis, una de las primeras pérdidas al dejar la vida es la de la capacidad para leer. En la muerte los humanos no pueden leer. Solo ven borrones en los libros. ¡Me parece tan poético! ¿O acaso ustedes no piensan que no poder leer más es lo más parecido a la muerte?
Roberto Maydana
El libro nos deja pensando que la ciudad de Lisboa tiene charcas en todas las calles. Lei dos libros mas de Saramago y todos los disfrute; pero ningno co este. el final es comico. “NO SE PREOCPE POR EL SOMBRERO, QUE DONDE VAMOS NO LO VA A NECESITAR”.