El baile de Natacha

El baile de Natacha, de Orlando Figes

Este libro formalmente es un recorrido por la cultura rusa del XIX, pero es en realidad algo más, el fruto del matrimonio entre la pasión de su autor, el historiador Orlando Figes, por Rusia y su cultura y la erudición de quien es una figura incuestionable en la historiografía de ese periodo. Un libro minucioso, con autoexigencia de obra académica en el fondo y fluidez y amenidad literarias en la forma.

Porque Orlando Figes tiene el don natural de la fluidez, es un narrador nato y lo es de forma completamente natural. Sabe contar historias de forma que la atención del lector no se capta, se secuestra y se mantiene cautiva hasta mucho más allá del final del libro.

Para los amantes de la cultura rusa del XIX es un libro imprescindible en tanto que gracias a él no sólo se obtiene una imagen fiel de lo que supuso esa edad dorada de las artes, sino que se explica su génesis y se vive la lucha entre las almas eslavófila y europea de Rusia, que fue en gran parte la madre del cordero, con intensidad de una trama novelesca. La objetividad académica que no puede evitar un autor como Figes no, implica como en muchas obras de divulgación, frialdad, falta de ritmo ni lenguaje inaccesible. Esta es una obra cálida, apasionada y excepcionalmente bien escrita, y lo es ya desde el título, que hace referencia a una escena de Guerra y Paz en la que Natacha (Natasha Rostova) se deja llevar por la música popular que oye en una isba en la que se había refugiado, música a la que se abandona en un baile, en una sencilla felicidad natural que ilustra en cierto modo la tesis de las raíces campesinas del alma rusa y la contradicción que ello supone con la vida real de la nobleza, cuyos bailes habituales eran bien diferentes.

Orlando Figes (Londres, 1959) es historiador y profesor en el Birkbeck College de Londres, se graduó en Cambridge (donde fue profesor en el Trinity Collage) y es colaborador habitual del The New York Review of Books y autor de numerosos libros sobre la historia de Rusia. Que yo haya leído ya escribió previamente una magna obra sobre la revolución rusa, cuya minuciosidad y lucidez en ocasiones incluso marea (probablemente sea la obra de divulgación de referencia en el tema), y posteriormente una sobrecogedora obra (Los que susurran) sobre la vida en la Rusia soviética, pero este Baile de Natacha se me antoja que no sólo es su obra más personal, sino que, y esa es la sensación que tuve al terminar el libro, es la obra de una vida.

Aprender siempre es hermoso, pero convertirse gracias a unas páginas impresas no ya en un lejano y desconocido discípulo sino en el receptor de una pasión, en el destinatario final del resultado del amor de un erudito que además es un magnífico contador de historias, es todo un privilegio. Y creo honestamente que un lector que en su vida haya sentido el menor interés por los rusos caerá igualmente preso del hechizo que este tusitala sabio que es Orlando Figes tiende en torno a todo aquel que se atreva a abrir este libro.