Reseña del libro “El cerdito de Navidad”, de J.K. Rowling
Creo que por mucho que pasen los años, algo en mi interior seguirá diciéndome que debo leer todo lo que publique J.K. Rowling. Sobre todo si hablamos de libros infantiles y, sobre todo, si prometen llevarme a lugares mágicos. Supongo que esta obsesión se debe al buen recuerdo que tengo de su conocida saga. Esos libros que me leía del tirón una y otra vez cuando era pequeña y que supusieron para mí un refugio seguro, un lugar al que recurrir cuando todo iba mal. Y, queridos, ese sentimiento es imposible de olvidar.
El caso es que cuando vi las novedades de Salamandra me sorprendí muchísimo al darme cuenta de que iban a publicar El cerdito de Navidad. No conocía la existencia de este libro y fue toda una sorpresa. El año pasado me ocurrió lo mismo con El Ickabog (libro que me encantó y que hizo que disfrutara muchísimo), así que no perdí el tiempo y quise ponerme con él cuanto antes.
En esta historia vamos a conocer a Jack, un niño un tanto especial cuyo mejor amigo es un cerdito de peluche llamado Dito. Antes de Navidad, la madre de Jack decide que es hora de rehacer su vida —lleva divorciada un tiempo— y lo hace con un hombre maravilloso que tiene una hija que… bueno, podría ser un poco más agradable. El día antes de Navidad, esa hija, enfadada por una serie de cosas que ocurren, tira a Dito por la ventana del coche, quitándole a Jack a su mejor amigo. Aunque lo buscan desesperados por la autovía, no consiguen encontrarlo. Así que al día siguiente, un nuevo cerdito aparece debajo del árbol. Pero Jack sabe que no es Dito, tan solo es un sustituto, y eso le cabrea y le perturba.
Así que quizás por esos sentimientos tan profundos que tiene o porque, como todos sabemos, el día de Navidad es un día mágico, el nuevo cerdito despierta para llevarle al mundo de las Cosas Perdidas, donde seguro que encontrarán a Dito.
Ese mundo es fantástico. Jack se queda alucinado cuando descubre que todas las Cosas que perdemos —pero todas, todas— descansan en esa otra dimensión a la espera de que sus dueños los encuentren. Pero lo cierto es que no todas las Cosas están en mismo lugar, dependiendo de las ganas de ser encontradas se hallan en una dimensión o en otra. Y todo esto teniendo que lidiar, por supuesto, con grandes peligros, como el de ser comidas por el Perdedor, un monstruo gigante al que le encanta devorar Cosas perdidas.
Como ves, otra idea genial de Rowling que promete hacer soñar al lector desde el principio. La forma en la que está narrado me recuerda muchísimo a las películas Inside Out o Soul, o incluso al libro Omnia, de Laura Gallego. Esa forma de llevarte a otra dimensión inventada donde encontramos las cosas que nos rodean pero de las que muchas veces no somos ni conscientes. Y todo enseñando una gran lección sin olvidar la diversión y la fantasía.
No puedo decir que El cerdito de Navidad me haya gustado más que El Ickabog, pero sí que me ha entretenido muchísimo y estoy segura de que será una buena opción para leer a los más pequeños de la casa porque, ya guste más o menos, la verdad es que les ayudará a ser más conscientes de las cosas que les rodean y de lo importante que es cuidarlas y mantenerlas. Y no solo las cosas físicas, Rowling también habla de sentimientos que, ya sea de forma voluntaria o no, pueden perderse en el olvido. Por no hablar de las magníficas ilustraciones que acompañan a esta historia, de las que se ha encargado Jim Field y cuyo trabajo ha quedado reluciente.
En definitiva, un libro original que gustará a los más pequeños de la casa y que entretendrá a los más grandes. Perfecto para leer al lado de una buena chimenea y con las luces de Navidad de fondo.
Si por lo menos te ha entretenido ya ha cunplido su cometido. Es genial para Navidad, desde luego
Me parece muy mal q deje al pobre dito su peluche favorito en la isla abandonadito y q se valla con el estirado de ito
Muy mal por jk rowlin