El herbario de las hadas

El herbario de las hadas, de Benjamin Lacombe y Sébastien Perez

el herbario de las hadasLas hadas. Seres excepcionales del mundo mágico. Seres excepcionales de un mundo que nos pasa desapercibido, que se escapa a nuestros sentidos y que, a veces, aparecen en un susurro, en un pequeño haz de luz, en un suave olor que nos acompaña durante días. Son las hadas las que, de reojo, se escapan de nuestra visión y se esconden detrás de nosotros por miedo. Pero hay ocasiones, hay instantes, en los que las hadas aparecen de improviso, se encuentran a nuestro paso y nos saludan mientras parpadean, haciéndonos olvidar nuestro mundo e introduciéndonos de lleno en el suyo. Son ellas, y no nosotros, los dueños de nuestra vida. Porque una vez que alguien de nosotros se cruza en sus pasos con ellas, se meterá de lleno en su existencia, y ya jamás volverá a encontrarse, porque esa será su perdición.

Y es que en un viaje en busca de algunas plantas que supondrán una revelación en el mundo científico, es posible que nuestro protagonista se encuentre con alguno de los seres que nunca han salido de los libros, que nunca han salido de las páginas que llenan la literatura fantástica, para recorrer su alma y atraparlo, para no dejarle salir nunca más.

 

¿Quién dijo que las hadas son criaturas imaginarias? Creer en ellas es como hacerlo en los sueños. Y sin embargo, Benjamin Lacombe nos dice que sí, que se encuentran escondidas, temerosas de nuestras manos, de nuestro cuerpo, y que en sus plantas, en sus escondites en lugares recónditos son felices preservando su mundo. Pero, ¡ay de aquél que intente conocerlas! Será entonces cuando se vea envuelto en una obsesión, en un viaje sin retorno, en una adicción con alas y pétalos que te roza la cara suavemente, que araña el corazón con sus diminutas uñas, y que se adentra, pasito a paso, como los pies diminutos de las hadas, por el alma atormentada de un investigador que lo pierde todo por ser su amigo, por crear “El herbario de las hadas” que será todo lo que quedará, cuando el corazón ya no exista, y el cuerpo desaparezca. Porque esta es una historia de hadas, cierto, pero también es una historia sobre la Historia, sobre el amor que se encuentra en cada hombre, en cada mujer, en cada niña que espera impaciente la vuelta a casa de un padre que lo ha dejado todo por perseguir un sueño. Y sumergiéndonos en la historia, en las ilustraciones poderosas que enganchan, que apresan tu cara mientras pasas las páginas, encontraremos un lugar en el que perdernos, en el que intentar descifrar el verdadero significado de las hadas, pero también el auténtico sentido de una vida entregada a todo, menos a lo que se llame el mundo real. Esta no es una historia fantástica, esta es una historia verdadera.

Porque siguen siendo las hadas aquellas que nos guían y nos desordenan a la vez. Las que nos ayudan a viajar por caminos inexplorados o nos hacen perdernos por lugares comunes. Y son ellas, como no podía ser de otra manera, las que animan el corazón y hacen que la razón desaparezca. Y es que en un mundo donde no nos fijamos por las calles, donde corremos a todas horas por llegar antes que nadie a ningún lugar determinado, aprendamos de la mano de Benjamin Lacombe a comprender que la fantasía, que la épica, que la verdadera magia, se puede encontrar mientras el mundo se abre ante tus ojos en forma de libro, en forma de ilustración, en forma de historia exquisita, como si fuera un manjar que saborear con todos los sentidos, tocando, respirando, mirando, oliendo y escuchando, todo aquello que el mundo de las hadas tiene preparado para nosotros, para todos aquellos niños que nunca hemos dejado de serlo, y aquellos que abren sus ojos por primera vez al mundo, y no temen perderse en la imaginación.

Recordad queridos compañeros de viaje: encended la luz de un candil, abrid los ojos a lo que os encontraréis aquí dentro, y escuchad, sobre todo escuchad, el agradable susurro de un hada que vive, que se mueve y que nos explora, a través de su diminuto cuerpo, pero de su gran corazón.

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