El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, de Romain Puértolas
El mundo es lo suficientemente amplio como para que quepamos todos. Existen fronteras, de acuerdo, pero mucho me temo que la mayor parte del tiempo éstas se encuentran en nuestra cabeza. Delimitaciones que no significan otra cosa que: tú eres diferente de mí y yo de ti, y eso nos separa de alguna forma. Porque hay que tener clara una cosa: en este mundo de la globalización eterna, ¿no nos damos cuenta acaso que estamos más dispersos que nunca? Hay una especie de idea que sobrevuela la cabeza de uno cuando escucha todo lo que se habla, o lee todo lo que se escribe, sobre la inmigración hoy en día: tener que abandonar la casa de uno por la búsqueda de un sueño, sólo quiere decir que algo estamos haciendo mal. Pero entre todo este maremágnum de sentimientos y planteamientos, surge de vez en cuando una pequeña sonrisa por alguna historia que nos descubre esa pequeña bondad que anida, como si un ave migratoria se tratara, en el sitio adecuado. Así es como conozco a Romain Puértolas en un día como hoy, mientras un mes de abril casi levanta el pie para empezar a caminar y la necesidad de una lectura amable se requiere como el comer o como el respirar. Porque ser extranjero en el mundo tiene que ser una desgracia, pero también posee ese halo de experiencia nueva que atrae. Y es que, en todo caso, la migración bien entendida, la migración amable, debiera convertirse en, precisamente eso, algo amable.
Dhjamal, un faquir indio, viaja en avión hasta Francia con una misión: comprar en Ikea una cama de clavos. La suerte quiere que se quede atrapado en un armario sueco y empiece así un periplo por medio mundo que le descubrirá no sólo quién es en realidad sino cómo es el mundo ante el que ha permanecido ciego durante mucho tiempo.
En mi trabajo como librero, junto con mis compañeros, tenemos un juego un poco estúpido que es dar con el título más llamativo de cada mes. Así fue como descubrí El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea. Casi casi tan difícil como la pronunciación de algunos de los muebles de la gran mole de muebles del mundo. Y reconozco que me llamó la atención porque venía detrás respaldado por muchos países, y porque, entono mi voz alegre, necesitaba una de esas lecturas que me hicieran reír o sonreír, elegid vosotros el verbo que queráis. Así que me fui a por él y, devorado en un día y medio, conseguí entender cómo una lectura que se disfraza de comedia, puede tener en su interior un aprendizaje vital lleno de sentido. Hoy en día, mientras vemos cómo los delitos más flagrantes se cometen contra los inmigrantes que se tienen que jugar la vida en su viaje hacia su sueño de una vida mejor, son pocas las novelas que se juegan el tipo y nos ofrecen una visión llena de ironía sobre la situación, y que conozcan tan bien el significado de esos viajes interminables que acaban, en muchos casos, con la vida de quien los realiza. Ese es el aprendizaje que se muestra aquí. Y es que hay que ser sinceros con nosotros mismos cuando pensamos que, no sabemos de qué forma, pero este libro cambia algo, aprieta un pequeño interruptor y te deja pensando que todo lo que has leído sí, es cierto, te ha dibujado la sonrisa en la cara, pero que también te ha hecho pensar que el mundo está demasiado loco como para no tenerlo en cuenta. Bien por Romain Puértolas, muy bien.
Pero decía que es una novela de humor, donde uno se ríe, llena de humor (surrealista, eso sí, los viajes de Dhjamal por el mundo no merecen otro apelativo), y que hará que disfrutemos de la lectura. Todo eso es cierto. El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea convierte la lectura en un placer, un placer corto en todo caso, mientras vamos pasando las páginas y se dibuja en nuestra cara esa sonrisa pícara que nos hace llegar con otra sensación al destino de nuestro viaje. Yo leo mucho en los viajes y gracias a Romain Puértolas he descubierto lo que es comenzar un trayecto de un humor malsano (las nubes negras del humor acechaban) y llegar a mi destino con otro completamente diferente (algo que tenía más que ver con el sol que sale tras las nubes). Porque, en ocasiones, cuando viramos el rumbo gracias a este tipo de lecturas nos encontramos con que no sólo hemos disfrutado, sino que además hemos cambiado, hemos convertido ese momento en distinto, entregándonos una vez más a lecturas que, en principio, podrían parecer simples, pero que después se convierten en muy interesantes. Y eso es un lujo, lectores, un lujo que escasea.