Hace muy pocos días me pasaba por aquí para hablaros de El archivo, una novela de V.E. Schwab que me había gustado muchísimo a pesar de que el principio no me parecía demasiado prometedor y eso hizo que rondara por mi mente la idea de abandonarlo.
Ya lo dije en la otra reseña: menos mal que insistí y que le di una oportunidad para adentrarme en la historia, porque una vez que estuve dentro ya no pude parar. Tanto es así que de inmediato pedí su segunda parte, El vacío, porque necesitaba saber cómo terminaba todo.
Así que aquí estoy, unos días después de que me llegara ya lo había devorado en apenas dos noches y necesitaba contaros mis impresiones.
Empezando por algún sitio, diré que me ha gustado muchísimo más que su primera parte. Si bien en el primer libro existe un periodo de adaptación inevitable donde el lector tiene que ubicarse para entender todos los nuevos términos que van a utilizarse durante toda la novela, en esta segunda parte ya lo tenemos dominado. Ya sabemos de qué va y a qué se refiere la autora cuando nos habla de Los Vacíos, Los Estrechos o Los Guardianes. Vale, la parte teórica ya la tenemos aprendida y ahora solo queda disfrutar de lo que le va a pasar a Mackenzie.
En esta ocasión nos vamos a ir a un ambiente más escolar, ya que el verano ha pasado y nuestra protagonista va a empezar a ir al instituto. Todo iría genial si no fuera por ese horrible uniforme que tiene que llevar, porque los compañeros —aunque luego resultan ser hasta simpáticos— son demasiado pijos para su gusto y porque empieza a sucederse una serie de desapariciones a su alrededor de personas que han hablado con ella. Tanto es así que hasta la policía empieza a considerar que ella tiene algo que ver con esas desapariciones.
Mackenzie tiene un instinto, claro, por algo se dedica a llevar a Las Historias que se han salido de su sitio de vuelta a su hogar, así que sabe que algo raro está pasando y que tiene que ver con Owen, aquella Historia que en el libro anterior le hizo la vida imposible y puso sobre las cuerdas su papel en todo este asunto.
Como vemos, una digna continuación. Sin duda necesaria. Son muchas las ocasiones en las que he escuchado eso de «segundas partes nunca fueron buenas» pero lo cierto es que aquí era imprescindible. Quizás porque ambos libros podrían haber formado un solo tomo sin ningún problema (y más teniendo en cuenta que se leen en un suspiro) y eso significa que son partes de un todo inseparable. Gracias a este matiz podríamos considerar que no se trata de una bilogía sino de uno solo libro cortado por la mitad, separado en dos tomos. Por eso El vacío es esencial, porque sin él no llegaríamos a comprender y a disfrutar su primera parte.
Toparme con la narrativa de V.E. Schwab ha sido para mí toda una novedad. Estos dos libros han sido el primer acercamiento que he tenido con la autora y he quedado más que satisfecha. Llevaba mucho tiempo escuchando hablar de ella pero nunca me había decidido a empezar ninguno de sus libros. Hasta que al final lo he hecho. Y el resultado no ha podido ser mejor. Una vez que me he familiarizado con su forma de escribir, he disfrutado muchísimo de sus palabras. Sobre todo de sus personajes —muy bien desarrollados desde el principio, con mucha personalidad y una excelente evolución— y de cómo va soltando los puntos de tensión durante toda la trama.
Ya tengo por aquí preparado otro de sus libros, en este caso uno más de género fantástico que de ciencia ficción, y tengo unas ganas tremendas de hablaros de él. Así que ¡ya os contaré!