El váter de Onetti, de Juan Tallón
Últimamente estoy en racha y, sinceramente, espero que dure. Me explico. De un tiempo a esta parte libro que leo, libro que me encanta y, antes de nada, quiero dejar claro que “El váter de Onetti” no ha sido una excepción. No sé si también le pasará a mis compañeros pero, cuanto más me gusta un libro, más me cuesta escribir la reseña correspondiente. Creo que es porque temo que, en mi afán por mostrar mi entusiasmo por la novela y al hacer mención aparte de aquello que considero destacable, corro el riesgo de destriparla a todo aquel que lea el artículo. Intentar escribir algo más neutro para no desvelar elementos de la narración, podría tener como consecuencia que no se percibiese de forma clara la emoción que sentí cuando leí el libro. Es por ello que, antes de nada y por si hubiera dudas, simplemente diré que recomendaré este libro a todo aquel que se dirija a mí para pedirme algo que leer.
Llegué a “El váter de Onetti” revisando el catálogo de la editorial Edhasa. La simple lectura del título llamó mi atención y recuerdo que pensé, “este libro me interesa”, a continuación, miré quién era el autor, Francisco Tallón (Ourense, 1975) y caí en la cuenta de dos cosas: la primera es obvia, se trata de un escritor gallego y, por lo tanto, paisano mío y la segunda que su nombre me sonaba. No sabía muy bien de qué, pero me sonaba. Sabía que no había leído nada suyo (cosa que me avergüenzo confesar, y más tras la lectura de “El váter de Onetti”), así que hice lo que cualquiera en el siglo XXI hubiera hecho: buscarlo en Google. Fue entonces cuando supe de qué me sonaba: con su novela “Fin de poema” había ganado el certamen literario gallego de novela corta “Manuel Lueiro Rey” ¡Ah! Era eso. Algo había leído en la prensa y de ahí que su nombre me resultase familiar. Finalmente, con una rápida lectura en diagonal de la sinopsis, me decidí.
En cuanto a la novela, antes de nada, comentar que en unos días en los que Galicia fue invadida por una ola de calor africano (sí habéis leído bien) y no se podía estar en la playa sin jugar con la salud de la piel antes de las 8 de la tarde, “El váter de Onetti” constituyó todo un bálsamo que me ayudó a mitigar el calor. El único “pero” fue que su lectura me llevó dos tardes y las altas temperaturas duraron diez días.
Escrita en primera persona, con una prosa dinámica y directa, Tallón se mueve a la perfección en la línea que separa la realidad y la ficción adelgazándola hasta borrarla casi por completo. De esta forma, se cuenta la historia de un escritor en el dique seco que, tras abandonar el periódico Ourensano para el que trabajaba y en el que se ahogaba, decide hacer las maletas y poner rumbo a Madrid en busca de las condiciones necesarias para desbloquearse y conseguir escribir. Allí, encuentra la forma de ganarse la vida escribiéndole los discursos a un ministro al mismo tiempo que intenta promocionar su novela “El caso Aira-Bolaño” (traducción al castellano del libro “A pregunta perfecta. O caso Aira-Bolaño).
En su periplo madrileño, alternará con una serie de personajes de lo más pintorescos como pueden ser un camarero uruguayo aficionado a las historias de fútbol o una serie de vecinos peculiares como un cura con un comportamiento un tanto especial así como un matrimonio al que se escucha perfectamente a través de las paredes y, de esta forma tan original, entra a formar parte de sus vidas hasta límites insospechados. Además compartirá veladas con Javier Marías, conversaciones con Vila-Matas, mesa y mantel con César Aira e intercambiará correos electrónicos con algunos editores, críticos y escritores.
La mudanza (así como las consecuencias positivas y negativas de la misma) y su nueva vida en Madrid, es la excusa de Tallón para reflexionar acerca de la vida en general y el universo literario en particular, haciendo especial hincapié en lo que al oficio de escritor se refiere, siempre desde el punto de vista de aquel que se intenta hacerse un hueco dentro del complicado mundillo editorial y de la promoción literaria. Las cavilaciones del autor, se exponen a lo largo del libro con gran brillantez e inteligencia apoyando sus tesis con dosis de un humor ácido y pesimista que hace que el lector empatice con el protagonista en su búsqueda del éxito.
Creo que “El váter de Onetti” entusiasmará a aquellas personas que, como yo, sentimos verdadera pasión por la literatura y apoyaré mi argumento con una cita del libro:
“…Un lector auténtico no deja de ser alguien desesperado. El lector tiene que ser tan suicida como el autor.
Con estas ideas cabía preguntarse a qué clase de lectores podría aspirar un individuo como yo. Lectores titánicos, enfermos, minoritarios, que si habían llegado hasta mi libro en realidad estaban dispuestos a llegar a donde fuese.”
Tras la lectura del libro tengo claro que me haré con las otras dos novelas anteriores que Tallón ha publicado en gallego y que “El váter de Onetti” descansará en mi estantería en un lugar de privilegio.