Llegó a mis manos mi primera incursión en la novela negra sueca que tan buenos resultados está cosechando en las librerías de toda Europa colocando a sus principales autores, Henning Mankel, Stieg Larsson o Camilla Läckberg, entre los más vendidos dentro del género. Llegó a mis manos a través de Vivenca Sten y su primera novela, En aguas tranquilas, situando a la autora entre el listado anterior junto a sus paisanos y llenando las arcas de las cajas registradoras de toda librería que ponga en sus estanterías este libro.
Era un tanto reticente a dejarme llevar por el éxito comercial de este tipo de literatura. Quizás la novela negra ha colapsado tanto el mercado que ya poco me consigue sorprender. Así que leí la sinopsis, primero por encima, como dejando escapar detalles —esto debido a mi primitiva reticencia— y después una segunda lectura, porque algo vi que pudiera llamarme la atención. Pero, ¿el qué?
Y entonces, leyendo la contraportada del libro, introduciéndome en sus líneas bañadas por las gélidas aguas de Suecia que ilustran la portada, me llegaron recuerdos del viaje que realicé hace algunos años a aquellas tierras; invierno, no había nieve pero no era necesaria para sentir cómo se te introducía el viento a través del abrigo nórdico y como atravesaba como cuchillos hasta rasgar los huesos. Calles tranquilas, soledad rota a veces por algún vecino que salía de alguna de las tabernas dirigiéndose a su casa o hacia el puerto. El puerto, ¡qué frío, joder! Hacía frío y tenía miedo. Tenía miedo porque los puertos siempre me han dado ese mal rollo que muchas películas han intentado emular. La negrura del agua, el pensar en lo que existe ahí debajo y en lo que alguien te pueda hacer ocultándote ahí abajo. ¿Quién se iba a dar cuenta? Todo se queda entre ese desconocido, tú y ese mar. Todo se queda ahí, En aguas tranquilas.
En la novela no es invierno, es verano. Y todo parece un lugar idílico para veranear. Pero ahí están sus aguas y lo que en ellas sucede.
Sandhamn, una pequeña isla del archipiélago de Estocolmo, tiene una mínima población en invierno que se ve multiplicada cuando llegan los meses de verano. Allí, entre sus playas tranquilas y apacibles tardes veraniegas, un hombre que pasea con su perro por la playa encuentra el cadáver de un hombre. Una semana más tarde, vuelven a encontrar otro cadáver, esta vez el de una mujer y el pánico se deja sentir en lo que antes no era más que un idílico paraje donde disfrutar de deportes de vela y tardes en las arenas de sus playas.
El inspector Thomas Andreasson se encarga de llevar a cabo la investigación de las repentinas muertes. Cuenta con la ayuda de una amiga de la infancia, Nora Linde y juntos llevarán el peso de la trama con sus respectivos aspectos personales entrelazados con las labores de investigación.
Vivenca Sten consigue en esta obra plasmar de forma muy fiel la ambientación de lo que ella bien conoce, el lugar donde residió en su infancia, quizás, tomando como ejemplo a Camilla Läckberg que hace lo propio ambientando sus novelas en la ciudad de Fjällbacka y alrededores. Ambas autoras reflejan en sus obras las preocupaciones de su entorno y de los problemas a los que se está viendo sometida Suecia desde un marco más familiar y cercano como son pequeñas localidades que sirvan de reflejo de la situación actual del país. De este modo, Viveca Sten desarrolla una inflexible crítica contra la corrupción urbanística, el fraude fiscal y la evasión de impuestos, la sobrexplotación de los recursos naturales a consecuencia de la masificación turística, los privilegios de la tradicional clase alta sueca y los nuevos ricos, que empiezan a sustituir a la antigua aristocracia del país con su inmenso patrimonio de origen incierto y extravagantes caprichos.
Quizás la etiqueta de novela negra puede dejar muchos frentes abiertos. Hay algo más en ella. Viveca Sten utiliza como punto de partida los asesinatos y su investigación para desarrollar a lo largo de sus páginas la relación entre los protagonistas en sus entornos familiares y así mostrar la resolución ante temas como el matrimonio, la relación con los hijos o cómo compatibilizar la vida profesional con la laboral.
En definitiva, aún careciendo de la originalidad por la similitud con obras de autores ya comentados y convirtiéndose con ello por momentos en algo predecible, En aguas tranquilas resulta una novela sencilla, de lectura amable, donde disfrutar de la buena ambientación de los exteriores y dejarte llevar por una trama poco compleja pero que necesita ser resuelta.
La tengo apuntada. Me llama su abientación sobretodo. Un beso 😉
¡Hola, Natàlia!
En ambientación es donde más gana la obra. Se nota que a la autora le gusta su tierra y la defiende escribiendo con mucho mimo sobre los rincones que mejor conoce. Muchos nombres a mí me sonaban a muebles de Ikea, jeje. La verdad que me ha apetecido mucho visitar ese archipiélago, debe ser muy bonito. Quizás cuando ahorre un poquito decida hacer un viaje a aquellas tierras.
Espero que la disfrutes.
Un saludo.