Uno de los privilegios de pertenecer a este blog es poder tener acceso a libros que, de otra forma, no tendría el placer de conocer. Entre las sombras, de Iris A. Gracia, es uno de ellos.
Cuando un escritor nos invita directamente a que leamos su obra, siempre me genera mucha curiosidad y suelo darle la oportunidad por dos motivos: porque suelen ser jóvenes promesas y por el esfuerzo que les supone. No saben si su novela gustará o no, si realmente les vamos a conceder ese minuto para pensar si merece la pena leer su libro. Porque no son superventas, no son autores conocidos. Y ¿qué? Mejor, ¿no? A mí me parece mucho más interesante ir leyendo un libro en el metro que es distinto a los que llevan los demás. Es tuyo, es especial.
De hecho, me hizo mucha ilusión que la autora del libro que hoy os traigo me escribiera, de su puño y letra, una bonita dedicatoria en la primera página. Eso me ganó. Y si ya tenía ganas de leer su novela, con más mimo la traté aun.
La verdad es que no quiero contaros mucho sobre el argumento, porque considero que es de esos libros que debemos ir saboreando poquito a poquito, cada capítulo y cada acontecimiento. Sin que nadie nos desvele nada. Pero sí que os daré algunos detalles de la sinopsis —más que nada porque es algo que cualquiera puede leer en Internet y en la contraportada del libro, por lo que no es ningún secreto—, y profundizaré hablando de lo que me ha hecho sentir esta mágica creación en determinados momentos.
Porque tengo claro, lector, que si una noche dejas que esta historia se adentre en tu habitación oscura mientras te encuentras bajo una manta, solamente iluminado por la tenue luz de una lámpara, te perderás Entre las sombras. Y los misteriosos secretos del bosque en el que te verás inmerso te harán palidecer, así como los tuyos propios.
Amanda Page asiste a una fiesta cerca del bosque. Y en esa fiesta se encuentra a una persona a la que hace tiempo que no ve, pero a la que desea más que a nada en el mundo: Dave. Con él, su mundo está completo. Pero debido a una serie de circunstancias, Amanda se pierde en el bosque y, cuando intenta encontrar el camino de vuelta a la fiesta, una sombra extraña y peligrosa se le acerca. Todo lo que ocurre después os dejará con la boca abierta.
No penséis en nada después de haber leído este último párrafo, porque nada de lo que penséis estará en lo cierto. No estaréis siguiendo el camino adecuado, os lo aseguro. A mí me pasó, y sin embargo me equivoqué para bien. Porque después de esas primeras páginas en las que la autora nos introduce en la vida de Amanda y nos pone en situación, todo se vuelve… increible.
No he parado de sorprenderme en cada capítulo. Me ha dado escalofríos algún pasaje que otro, y he pasado miedo. Pero un miedo del bueno, de meterte totalmente en la piel de la protagonista y no saber qué va a pasar, cuál es el próximo paso, qué va a aparecer, qué va a ocurrir. La sorpresa es un factor fundamental que la escritora ha sabido utilizar de maravilla. Y se agradece, porque esa es una de las cosas que hace que la historia se pueda leer en un momento, casi olvidándonos de respirar, con el alma en vilo.
Por otro lado, aunque parezca una tontería, algo que me hizo pensar que este libro era diferente fue su tacto. Sí, al tocarlo, la textura es suave, aterciopelada sin llegar a serlo del todo. Y al pasar los dedos por la portada, el sonido que se genera recuerda a las hojas de los árboles arrastradas por el viento. A los árboles de ese bosque con el que se funde Amanda. Su falda negra se confunde con la oscuridad, negra como las sombras.
Pero para sombra la que atormenta a nuestra protagonista, que tanto ella como otros personajes y detalles de la obra, deben su forma al extraordinario trabajo de la ilustradora Nune Martínez. En blanco y negro, como sacados de un boceto impecable, sus dibujos me hechizaron encajando perfectamente con la historia.
Así que, si mi reseña os ha abierto el apetito y os apetece devorar esta novela de Iris A. Gracia, daos prisa y no permitáis que el tiempo la olvide. Haceos con ella y el bosque os iluminará para que las sombras se aparten de vuestro camino.