Reseña del cómic “Érase una vez…” de Esteban Maroto
Érase una vez… ¡Qué recuerdos cuando los libros empezaban así! Me gustan mucho los volúmenes que reúnen historias, cuentos o leyendas que todos conocemos, que llevamos aprendidas desde la niñez, que son parte de nuestro patrimonio cultural común y personal, y a los que se les da una vuelta, un giro, o se les hace una versión a gusto del autor. Como el estupendo cómic Fábulas, sin ir más lejos.
Por supuesto, hay veces que salen mal. Hay que tener mucho tiento con estas cosas que llevamos tan adentro. Pero también hay que estar abierto a estas variaciones y disfrutar de ellas. Es como pensar un poco en los universos temporales. Si Caperucita hubiera ido por otro camino en lugar de por el de siempre… Zas, ya has creado otra línea temporal. Y eso divierte mucho, si se hace bien.
Ocho cuentos clásicos tenemos aquí. Algunos tan solo usan el nombre del personaje, otro ni siquiera creo que sea un cuento (estoy convencido de que Paris, el hombre más bello del mundo, no lo es), pero sea como sea la mayoría parten de la base de los cuentos que nos leían de niños.
Además, Maroto siempre ha estado muy a gusto en el campo de la fantasía y en la cosa de dibujar estupendas jamonas ligeritas de ropa, carnales, muy eróticas y sugerentes. No, no es este un cómic para pajilleros, ni mucho menos, pero sí es cierto que las protagonistas o coprotagonistas suelen tener ganas de mambo y, si no lo tienen ellas, sí lo tienen sus compañeros masculinos, a los cuales no les importa hacer un esfuerzo y forzarlas.
Sea como sea el dibujo, no solo de las féminas sino de todo el tomo, es espectacular. En blanco y negro, salvo la caperuza de Caperucita, que será coloreada igual que la niña de La lista de Schindler o como se vio en algunos personajes del Sin City de Frank Miller.
El primer cuento es La sirenita. Confieso que no conozco ni el cuento ni he visto la peli de Disney, pero puedo intuir que el final no es el que aquí se nos cuenta. No sería apto para niños.
Le sigue El lago de los cisnes, en donde las viñetas son un puro deleite a la manera de los pasos del ballet del mismo nombre. No hay diálogos, solo la voz en off del narrador.
Alas de venganza me ha gustado mucho, y aunque creo que tampoco tiene correspondencia con ningún cuento, tiene su típica estructura que engancha y te empuja a conocer el desenlace.
Caperucita roja (muy parecida a la Mathilda de Leon, el profesional) tiene un giro maravilloso, aunque te lo ves venir. Pero es genial adentrarse en ese bosque de dibujos misterioso con ella y el “leñador”.
Caza de lobos, aunque está igual de bien dibujado que el resto tiene un guion fallido en mi opinión, no obstante, no impide disfrutar de la historia.
Paris, el hombre más bello del mundo, me ha gustado mucho (la historia, no Paris. La que sí me ha gustado ha sido la hermosa Perséfone). Dudo mucho que esto haya sido no solo un cuento para niños sino tan siquiera un cuento, pero mola que cojan a personajes de la Odisea para saber qué les pasó a algunos de ellos una vez muertos.
Blancanieves y los siete enanitos ha sido toda una sorpresa desde el principio y no voy a contar nada porque es una de las mejores del volumen. Conviene acudir virgen a ella.
La bella durmiente es otra que tal baila. La última historia y, en mi opinión, la mejor. Se inicia como el conocido cuento pero acaba de una forma totalmente insospechada. Si lo piensas bien, explicaría muchas cosas…
Alguna vez he oído que los cuentos de siempre, en realidad no eran para niños y que fueron edulcorados por Disney. Que los originales eran mucho más crueles e incluso gores. Creo que lo que nos cuenta Maroto en La sirenita, es lo que en realidad escribió Andersen. Los otros, no lo sé, pero este que ya digo yo que sí, que me suena que lo leí en alguna parte.
Y eso es todo. Érase una vez… despliega ocho cuentos dignos de leerse con calma y mimo. Ocho cuentos para disfrutar el qué y el cómo, para saborear la trama y, sobre todo, la excelencia de los lápices de Maroto.
¡Quiero más revisionismo así!