No os voy a engañar. La película Call me by your name se ha convertido en una de mis preferidas de los últimos tiempos. Esa historia de amor tan bonita, la química entre los actores, la música, la ambientación… me gusta todo. Me gustó tanto que al día siguiente estaba pidiendo el libro de André Aciman para poder leerlo. Y me gustó tanto el libro que acabé repitiendo con el mismo autor en Ocho noches blancas. Todo lo que rodea a esa película es magia. Una auténtica maravilla.
Cuando leí la sinopsis de Federico Paciencia me recordó, inevitablemente, a la historia de amor de Elio y Oliver y me entró esa nostalgia y esas ganas de revivir ese amor tan bonito. Y aunque las historias no tengan nada que ver, salvo lo obvio, la historia de este tierno relato también me ha gustado muchísimo.
Su autor, el brasileño Mário de Andrade (1893-1945), estuvo más de veinte años escribiendo y reescribiendo este relato de apenas cuarenta páginas. ¿El motivo? Pues simplemente que esta historia podría acrecentar los rumores que ya existían sobre su homosexualidad y en un Brasil de principios de siglo, este relato que bien podría ser autobiográfico suponía todo un escándalo y un reto para el autor. Desgraciadamente, nunca lo vio publicado en vida. Y lo que es aún más incompresible: nunca había sido traducido al castellano. Increíble, ¿verdad? Por eso me gusta tanto la editorial Amistades Particulares, porque están editando unos libros que hasta ahora eran totalmente desconocidos y que merecen ser descubiertos, como Desnuda, el sensual poemario de la poeta portuguesa Judith Teixeira.
Federico Paciencia condensa en pocas páginas la relación entre dos jóvenes en el Brasil de principios de siglo XX. Dos jóvenes que, aparentemente no tienen nada que ver, y que acaban por establecer una relación que lejos de tener límites se expande cada vez más entre ellos. Dos jóvenes de catorce años que se conocen en la escuela y que comparten miedos, ilusiones, caricias y secretos. Dos jóvenes que se necesitan, que se comprenden y se quieren pero que, de algún modo, mantienen una relación que avanza y retrocede según aparecen y desaparecen sus propios miedos. Ni siquiera ahora es fácil, imaginad entonces en aquella época.
He disfrutado mucho el estilo de Mário de Andrade: sutil, delicado y lleno de pasión. Me ha enternecido enormemente esta historia y me ha hecho reflexionar. Y permitidme la grosería, pero me jode que todavía este tipos de historias nos hagan reflexionar, porque significa que algo estamos haciendo mal.
Federico Paciencia debería ser leído por mucha gente, por muchos jóvenes, por más adultos. A ver si así aprendíamos todos un poquito. Qué falta nos hace literatura de esta tipo. Qué bien que salgan del injusto olvido.
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