Londres. Julio de 2016. Es muy posible que sin haber ido este verano y paseado por las calles londinenses, yo no estuviera hoy haciendo esta reseña. Aquel que, antes de la salida a la venta de Harry Potter y el legado maldito en inglés, se paseara por cualquiera de las librerías de la capital podía observar cómo los preparativos para la salida de esta obra de teatro indicaban una cosa: Harry Potter no estaba muerto y los lectores no se habían olvidado de él después de tantos años. Volví de Londres y el mismo día de la publicación corrí a mi librería más cercana para empezar a leer aquello que se había vestido con el traje de “el lanzamiento del año” y hoy puedo decir que la espera ha merecido la pena. Pocas generaciones han crecido tan al abrigo de una serie de libros como lo hicimos nosotros con cada publicación de las aventuras del mago que luchaba contra Voldemort y que nos dejó en cierta forma huérfanos de historias semejantes. Ahí, en ese vacío que se crea entre el término de un libro y nuestras ganas de saber qué sucede después, es donde este nuevo capítulo en la vida de Harry hace mella y nos deja a los lectores con una sonrisa y con los ojos brillantes por tener en nuestras manos, de nuevo, una nueva aventura de uno de nuestros personajes favoritos. Poco importará que sea en teatro, novela o cualquiera que sea el modo elegido. Aquí lo importante es que vuelven a abrirse las puertas de Hogwarts y la magia vuelve a caminar con nosotros de la mano. ¡Empecemos con el análisis!
El secreto de lo que sucede en Harry Potter y el legado maldito debe permanecer a buen recaudo. No comentaré detalles de su argumento que destrocen las ansias de quien está dispuesto a devorarlo en su lanzamiento. Sólo diré que nos encontramos diecinueve años después de lo que ya pudimos leer en el último libro y Harry se dispone a ver cómo su hijo emprende los mismos pasos hacia Hogwarts que él diera cuando era pequeño. Sin embargo, como si de una maldición eterna se tratase, la vida de los Potter no tendrá descanso ninguno y una sombra se cierne sobre la cabeza de aquellos a los que ha amado siempre.
Para esta reseña necesito cambiar un poco el estilo de cómo lo suelo hacer habitualmente e ir punto por punto para no dejarme absolutamente nada de lo que quiero contar:
En primer lugar, hablemos de la forma. Se ha criticado mucho que esta nueva historia sea una obra de teatro y no sea fiel a sus formatos anteriores. Si bien es cierto que la forma de leer y los ritmos cambian considerablemente, no he visto en ningún momento un impedimento, un lastre, un escollo, que no me permitiera disfrutar del texto. Diré, además, que para mí ha sido un viaje diferente y podría decir que incluso más liviano que me permitía, cosas de la imaginación, pensar en cómo sería la adaptación al escenario de todo lo que estaba leyendo. Quizá por eso entiendo poco las críticas tan furibundas que he leído en las redes sociales. ¿No se trata de disfrutar de la lectura? ¿Debemos ser siempre tan puristas con todo?
En segundo lugar, hablemos de la historia. Si bien todo parecía indicar que el relevo generacional iba a estar presente – y lo está, eso no hay que ponerlo en duda – termino el libro con la sensación de que, al final, Harry Potter vuelve a ser el eje central de toda la obra. Entendedme cuando digo esto en un tono de cierta decepción. Creo que la trama está muy bien llevada, que las referencias constantes a los otros libros son un acierto y te hacen plantearte volverte a leer todos del tirón, que la esencia de lo que J. K. Rowling sigue intacta, pero aun así esperaba una vuelta de tuerca más a lo que se nos proponía. ¿Significa esto que Harry Potter y el legado maldito no me ha gustado? Nada de eso, por favor. Lo he disfrutado, he babeado – casi literalmente – con la vuelta al mundo de los magos, con la vuelta a escena – nunca mejor dicho – de Harry, Hermione y Ron junto a secundarios de lujo que tenían que aparecer de nuevo. Simplemente es una sensación de un lector que, después de esperar tanto tiempo, esperaba quizás un poco más de riesgo a la hora de poner sobre el papel una nueva historia que nos proporcionara, quizás en un futuro o quizás no, a otro protagonista que manejara la varita mágica de la misma forma en que lo hacía el Potter original.
Para finalizar, el eterno debate entre leerlo sin haber leído los anteriores o, por el contrario, no leerlo sin haberse introducido en toda la saga como deberíamos. Mi opinión: uno puede leer sin complicaciones lo que encontrará en esta nueva historia sin haber leído todo lo anterior. Al fin y al cabo, en muchos de los actos que aparecen nos explican a la perfección qué es lo que ha sucedido para llegar a la situación actual. ¿Se disfrutará menos? Posiblemente. Hay referencias constantes a cuestiones de toda la saga, bromas privadas que entenderán aquellos que hayan devorado las historias de Harry Potter y quizá secretos que se encuentren en un interlineado que va más allá de lo que estamos leyendo. ¿Es entonces posible disfrutar de este libro como punto de partida? Lo creo firmemente. ¿Quién dijo que leer tuviera que tener una cronología determinada? No hay nada más placentero que un libro te descubra un mundo tan impresionante, como lo hace este, para que poco tiempo después sea el propio lector el que decida ampliarlo.
Por tanto, Harry Potter y el legado maldito cumple las expectativas, las retuerce de alguna manera y convierte lo que es una obra de teatro en un auténtico fenómeno que querrá arrasar con todo lo que esté a su paso.
Preciosa reseña.