Yo soy de sonrisa fácil y de risa difícil. Así me describieron una vez, y la frase me pareció tan atinada que aún la recuerdo. Por eso me llaman la atención los libros de humor, porque busco ese que consiga hacerme reír a carcajadas. Y como Hasta arriba, de W. E. Bowman, se anuncia como «un clásico del humor y del alpinismo» y como «El libro más divertido que he leído en mi vida», según Bill Bryson, autor de su prólogo, allá que me lancé a leerlo.
El libro comienza hablando del autor, W. E. Bowman, y recoge la breve autobiografía que escribió dos años antes de morir y que se leyó en su funeral. Solo con esas líneas, ya me imaginé la clase de hombre que fue el bueno de Bowman y el tipo de humor que tendría la novela, y mis expectativas aumentaron. A continuación, en el prólogo, Bill Bryson cuenta cómo descubrió este libro, publicado en 1956 (poco después de que se alcanzara la cima del Everest por primera vez) sin obtener un éxito significativo, y cómo, con el paso de los años, se ha convertido en un libro de culto para alpinistas y científicos polares, como bien se anuncia en su portada. Su trascendencia dentro de esos círculos ha sido tal, que se han bautizado varios accidentes geográficos, enclaves hoteleros, clubes de escalada y cadenas de material de alpinismo con referencias a esta novela.
Pero no hace falta haber escalado una montaña para divertirse con su lectura. Al menos yo no lo he hecho y conecté con el libro. Y es que me encantan los juegos de palabras, los dobles sentidos y el humor absurdo, y Hasta arriba está repleto de ellos en cada línea; aunque con la traducción se hayan perdido algunos de ellos, pese a la gran labor de la traductora, Julia Osuna, para esta edición de Blackie Books.
En esta disparatada novela, nada está escrito al azar: todo es una continua parodia. Por eso, la expedición que la protagoniza, y que tiene como objetivo coronar Kurda Rarí, el pico (ficticio) más alto del mundo, está compuesta por un jefe constantemente ignorado, pero tan inocente que ni se da cuenta; un guía que siempre se pierde; un fotógrafo que nunca llega a tiempo para captar los momentos importantes; un experto en lenguas que no hace más que crear malentendidos al comunicarse con los autóctonos; un médico que no puede curar a los demás porque es él el que siempre está enfermo y un cocinero que provoca indigestiones en todos aquellos que se atreven a probar sus mejunjes. ¿Qué puede salir mal con semejante equipo? Todo, obviamente, y ahí está la gracia.
Las desventuras de esta panda de incompetentes me han tenido con una sonrisa página tras página, pues el humor en Hasta arriba no decae ni un momento, pero las carcajadas a las que aspiraba no han llegado. Quizá, si fuera alpinista, esta vez lo hubiera conseguido. O quizá sea que hacerme reír a mí es un reto mayor que alcanzar la cima del Kurda Rarí.
me justa es ta pajina por que el contenido es bastantem educativo para la nueva generacion grasias
Ese libro ya existe en castellano con otro nombre. La primera edición en castellano data de 1957 y fue publicada por Taurus con el título de «Al asalto del Khili-Khili». El dibujo de la tapa lo hizo Chummy Chúmez y es ya un delicioso anuncio de lo que el lector va a encontrar en el texto. Hay también una edición española más reciente publicada por Barrabés en 2001 asimismo con el nombre de «Al asalto del Khili-Khili» La primera edición francesa data de 1956 y la publicó Robert Laffont con el título de «À l’assaut du Khili-Khili», La segunda la publicó Glénat en 1988 con el mismo título. Somos muchos los montañeros de mi generación que hemos disfrutado con la lectura de ese libro y todos sabemos que el monte al que se enfrentan aquellos admirables héroes con esfuerzos tan denodados es el Khili-Khili . Por eso me llena de extrañeza que ahora una editorial llamada Blackie Books lo haya vuelto a traducir independientemente, cambiándole el título y cambiando arbitrariamente el nombre del monte. Para los lectores españoles y franceses el monte es el Khili-Khili desde hace más de medio siglo y esta extraña edición no hace más que despistar.
Gracias por el apunte, Javier. Desconocía esa información.