Hace meses que dejaste de ser parte de nuestro presente para convertirte en una parte gloriosa de nuestro pasado. Ahora nos hemos mudado a un estadio mejor, más grande y más vistoso. Cabemos más atléticos, brilla con una luz digna de los mejores espectáculos teatrales o televisivos. Pero no eres tú. Nunca lo será. Por eso todavía seguimos (y seguiremos) cantando aquello de “Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón…”, aunque ahora con un poco de pena y nostalgia por saber que eso ya no será posible. Pero como dicen que aquello que se recuerda siempre vive y nunca muere, nos quedamos tranquilos sabiendo que seguiremos mucho tiempo pensando en ti.
Por eso hoy vengo a hablarte del precioso homenaje de despedida que te ha hecho la periodista Patricia Cazón. Me gustan las crónicas que desde hace tres años escribe de los partidos del Atleti en el Diario AS. Y me gusta esa faceta literaria que tiene reseñando libros en su blog La Kriticona, con el que hace años ganó aquellos premios que nuestro blog solía realizar en época navideña. Pero hablemos de ti, que hoy tú eres el invitado de honor. En Hasta siempre, Vicente Calderón tú eres el protagonista único, y Patricia ha conseguido que muchos atléticos de pro dediquen unas sentidas palabras en el año de tu despedida. Todo comienza con una introducción donde la autora resume en pocas palabras toda la filosofía atlética, esa rara forma de vivir que solo el que la siente es capaz de expresar. Porque como dice ella, “Ser del Atleti no es ganar, sino aprender lo que cuesta”. Tras la introducción viene un capítulo donde se cuenta tu nacimiento, aquel difícil parto a orillas del río Manzanares que tantos desvelos causó a don Vicente, ese del que tomaste prestado el nombre.
De tus 51 años de historia, salpicados de risas y llantos, muchos atléticos pueden hablar. Y muchas fotos lo atestiguan. Todo eso está en el libro. Fotografías de tu más de medio siglo en pie, cobijándonos a todos, y un once de gala (Ujfalusi, Gabi, Adelardo, Rulo, Pantic, Kiko…), tres suplentes (Mejías, Irureta y Torres) y el entrenador del Doblete contando lo mejor de los partidos que grabaron a fuego su sentimiento rojiblanco. Además, como este club es siempre especial, también quieren hablar de ti otro once distinto, menos profesional y más sentimental. Son nuestros ilustres aficionados, una cuidada selección que también quieren rendirte tributo como te mereces. Margarita y sus claveles, las confesiones del Padre Daniel, Jorge ‘El halconero’ o nuestro socio número 1. Así hasta once personajes conocidos por todos los atléticos que vienen a tu despedida, dejando para el final el valioso homenaje de Moqui Aragonés, hija de Luis, el eterno ‘Zapatones’, aquel que perforó tu portería por vez primera. Su testimonio, acabado con la lágrima asomando ya por el rabillo del ojo (del mío y seguro que del de muchos más lectores), pone la guinda a un pastel dirigido y escrito maravillosamente por Patricia Cazón. Pero no querría olvidarme de Joaquín Rodríguez, cuyas realistas ilustraciones de los iconos atléticos son dignas de mención.
Gracias a la tecnología, mientras disfrutaba del libro he buscado en Youtube tus grandes momentos. He recordado con alegría noches inolvidables como aquella remontada 4-3 al Barça de Romario o la agridulce y lluviosa despedida que te dimos en Champions. También he conocido momentos tuyos que ignoraba, como la gloriosa victoria ante el Cagliari o esa remontada de Arteche al Betis cuando yo tenía apenas dos meses de vida, y todavía no soñaba con disfrutar entre tus cimientos.
Todos estos partidos también me han servido para hacer repaso de los momentos que hemos vivido juntos. Sé que he ido a verte menos de lo que quería, aunque con apenas medio centenar de visitas creo que se ha forjado una verdadera amistad entre nosotros. Todavía recuerdo como si fuera hoy ese Atlético – Tenerife del 11 de febrero de 1995, día en que nos conocimos. O aquel Atlético – Steaua en el que volvíamos a escuchar los acordes de la Champions tras décadas de espera. O ese empate in extremis del Nástic de Tarragona en el descuento, cuando muchos ya cantábamos el ansiado ascenso a Primera. O ese golazo maradoniano de Saúl al Bayern hace poco más de un año, una de las últimas veces que nos vimos. Muchos momentos que recordar amigo…
El otro día te vi paseando por Madrid Río. Este año con la sequía que estamos padeciendo tenemos el río sequísimo. Pero como me dijo un amigo, el día que te pongan fecha de caducidad (todavía no la tienes, pero sabemos que llegará), muchos atléticos iremos a despedirnos de ti. Y como en el fondo somos unos sensibleros de lágrima fácil, seguro que ese día volvemos a llenar el Manzanares. Pero será con lágrimas de alegría. O de tristeza quizá. Pero no te preocupes, que con homenajes como el que te ha dado Patricia Cazón, la pena será más llevadera.
Y así termino esta carta amigo. Así de raros somos los atléticos, que, por coger cariño, se lo cogemos incluso a las toneladas de cemento y hormigón que durante medio siglo ha sido nuestra casa. Otros se extrañan. No lo pueden entender… Hasta siempre, Vicente Calderón.
César Malagón @malagonc