Imagina que tienes dieciséis años. Imagina pasear por las aceras mojadas de Bilbao en una época de noches en las calles escuchando a grupos de punk y bebiendo hasta caer al suelo. Imagina que, al llegar a casa, dejando atrás el frío, te esperan tu padre y tu abuela. No está mal, ¿no? Ahora, imagina que a quien llamas abuela apenas se mueve en su silla de ruedas y aquel a quien llamas padre se convierte cada noche en Satán. Imagina tu casa como el lugar de sus fantasías donde nadie puede saber lo que hace contigo. Vuelve a imaginar que tienes dieciséis años y que a él no le importa que seas su hija, que a él no le importa que te duela. ¿No desearías poder hacer algo más que rezar a Dios? ¿Quizá, incluso, ser el mismo Dios?
Imagina que eres Dios es un título esplendoroso, lleno de posibilidades. Desde mi punto de vista, por lo que sucede durante la novela, del todo necesario. Poder imaginar que se es Dios ofrece una esperanza final y esa es la premisa con la que debes enfrentarte a una obra cruda de una realidad ficticia aterradora.
Guillermo V. Estiballes, escritor vasco, creó esta novela a través de un ejercicio práctico propuesto por la sensacional Elia Barceló en un taller literario. La temática del relato debía tratar la juventud, desarrollar un conflicto y cómo resolverlo. Pocas semanas después, aquel relato se convirtió en novela. Eso sí, con la ligereza y el ritmo de lectura de una pieza breve. Para el argumento, se valió de una canción del grupo de rock Parabellum, del que toma el título.
En Imagina que eres Dios se van a cruzar las difíciles vidas de dos generaciones: la de la abuela, cuya equivocación fue juntarse con un marido infame y agresivo, y la de Laura, una joven de dieciséis años; por su parte, el delito fue ser engendrada por el mismo diablo. Cada episodio es una canción de rock y, como tal, desgarra el alma. Los llantos de Laura serán electrizantes riff de guitarra; los golpes recibidos, los machacones ritmos de batería. No hay tiempo para el reposo en esta novela de aterrador suspense —¿cuándo lo hay en el rock?—, en la que, en voz de la abuela unas veces, del narrador otras, recorreremos las calles del Bilbao de la década de 1990. Los bares y las callejuelas suburbiales serán el hábitat natural de la juventud perdida en canciones punk y vasos de calimotxo. Esa juventud reflejará un nuevo modo de comunicación que empezaba a instalarse entre los de su generación a través de mensajes instantáneos que, ya en su momento, atisbaba el poder controlador que con ello se ejercía sobre el otro.
Una generación difícil que se enfrentaba a problemas de mayor calado, por desgracia, muy actuales. Me refiero al maltrato a la mujer ya desde jóvenes. Un tema delicado en el que, tanto en literatura como en cine, se deja caer fácilmente en la gratuidad de la violencia. Estiballes ha conseguido en su novela alejarse de incendiar demasiado sus páginas con detalles escabrosos que no harían ningún bien a su lectura. Con buenos momentos durante parte de la trama, a veces se acusa una narración algo ingenua en cuanto a diálogos o situaciones, pero que no consiguen distraerte y hacer que pierdas el interés de la obra hasta que te acabes el libro.
La novela bien podría ser alegoría de la situación que muchas mujeres sufren a diario ante una sociedad predominantemente machista. La invalidez de la abuela representa la imposibilidad de acción de muchas mujeres en la sociedad española, relegadas a un papel inferior en la familia y siendo el hombre quien controla la situación. Por otro lado, Laura será el reflejo de las voces femeninas silenciadas, representado en su minoría de edad, donde no existe el voto y, por ende, parecen excluidas de cualquier reconocimiento válido y legal para alarmar sobre su situación.
No es fácil decidir qué tipo de público podría leer esta novela. En principio, sería un muy buen ejercicio de compromiso social para los jóvenes de entre dieciséis y veinte años, pero el contenido de terror y violencia implícita hace obligatorio marcar unos límites. Por otro lado, un público adulto, sobre todo aquel que vivió la explosión del sonido punk de grupos vascos, podría sentirse atraído por una historia tensa y de lectura rápida. Sea quien sea el lector que coja un ejemplar de Imagina que eres Dios muy seguro tendrá en mente la esperanza y justicia poética que promete el título, algo que, por desgracia, a muchas mujeres no les basta para escapar del infierno en el que viven.
Magnífico, Jonathan.
Muchísimas gracias por esta reseña.
Disfruto al leer y saber que te ha hecho sentir, al menos.
Nos vemos pronto, compañero.
Hola, Guillermo.
Me alegra saber que aquello que comenzó en los talleres con Elia Barceló va dando sus frutos y te sigue apasionando. Espero que todo siga adelante con tus nuevos proyectos novelescos y estaré al tanto de ellos.
¡Un abrazo!
Tiene buena pinta, dura, pero necesaria. Habrá que leerla
Hola, Marta.
Un argumento incómodo, sí, pero de lectura fácil y ligera. Queda la seguridad que otorga la ficción.