Los hay que pertenecen a la aristocracia pero también los encontrarás entre las clases populares. Están los que han vivido miles de años y los que apenas han empezado a dar sus tímidos pasos por el mundo de las tinieblas. Unos moran al pie de los Cárpatos, algunos soportan temperaturas extremas en Alaska y otros se alimentan de estadounidenses desprevenidos. Viejos decrépitos, maduros sensuales, doncellas implacables, jóvenes rebeldes, mujeres atrapadas en cuerpos de niñas… ¡Vampiros! Ahora los puedes encontrar en todas partes, infiltrados en todos los estratos sociales y de rostros dispares. Con todo, allá por 1987 los jovenzuelos de dientes afilados y con sed de sangre escaseaban, hasta que llegó Joel Schumacher con su película Jóvenes Ocultos.
En Jóvenes Ocultos la familia Emerson (Michael, su hermano Sam y la madre de estos dos, Lucy) se trasladaban a vivir con el abuelo en Santa Carla. La familia no tardaría mucho en percibir que la ciudad ocultaba un gran secreto que estaba relacionado con la masiva desaparición de personas. Sí, exacto, vampiros. Chupasangres veinteañeros. Unos guaperas de pasarela, que vestían a la última moda, que ni trabajaban ni estudiaban (¿y quién lo necesita cuando para conseguir dinero solo tienes que robárselo a tu alimento?) y que rondaban, haciendo el mal, las calurosas noches de verano montados sobres sus motocicletas. El jefazo de la banda era David, interpretado por un jovencísimo Kiefer Sutherland, que tenía pinta de cabronazo sin siquiera transformarse en vampiro.
El film de Schumacher no solo nos dejó una visión más moderna, y menos romántica, del monstruo que se alimentaba de sangre creado por Bram Stoker, transportándonos a una historia que mezclaba aventuras, horror y toques de humor, sino que además nos brindó una banda sonora de lujo. ¿Quién no recuerda el Cry little sister de G. Tom Mac al inicio de la película? ¿Cuántas veces os habéis descubierto tarareando el People are strange de The Doors tras visionarla? Y así, con estos ingredientes, una película que tuvo una buena recepción en su momento, con el paso de los años se convirtió en un film de culto que tendría dos secuelas de dudosa calidad.
Jóvenes Ocultos del guionista Tim Seeley y el dibujante Scott Godlewski es la continuación que la película realmente merecía. Una continuación que retoma la acción dos semanas después de los sucesos acontecidos en la película y que los lleva más allá. Si la familia Emerson, tras la acojonante lucha final en el salón del abuelo, pensaba que todo había terminado, estaba muy equivocada. Los vampiros han vuelto para terminar el plan que habían puesto en marcha.
Lo primero que se piensa al empezar un cómic de este calibre es que va a ser un refrito, un pastiche de situaciones ya vistas en la película con algún giro sorprendente, pero probablemente absurdo, que no cuadrará con el conjunto de la narración. Por suerte este no es el caso, pues el guion que se saca de la manga Tim Seeley amplia lo contado en la película, haciéndolo con el mismo tono y creando algunos giros interesantes que mantienen el interés hasta la última página. Los vampiros en este caso son igual de jóvenes y bellos pero mucho más místicos, con más profundidad en su historia, así como en la de cada uno de los personajes con los que volveremos a reencontrarnos: Michael, Sam, Estrella o los hermanos Frog. La gran sorpresa para mí ha sido que el personaje que interpretaba Tim Cappello en el film (un saxofonista con el pelo recogido en una coleta, el pecho descubierto y embadurnado en aceite) pase de ser un simple secundario que tocaba una canción con su saxo a tener cierto peso en la historia, diría que hasta siendo vital para que avancen algunos acontecimientos.
Bien, el guion cumple con creces, ¿pero y el dibujo? A los lápices encontramos a Scott Godlewski. Su trabajo de poner imágenes a las palabras de Seeley es un digno aunque regular acompañante. Y esto se debe a que en algunas viñetas el parecido con los actores es algo dudoso y en cambio en otras es aceptable. A pesar de esto, el resultado final es para bien, gracias a todos esos juegos de claroscuros y a las sombras con textura que semejan huellas dactilares. Mención especial para el portadista Tony Harris. Su maravilloso arte bien podría estar en el libro de muestras de un tatuador.
Jóvenes Ocultos de Tim Seeley y Scott Godlewski publicado por ECC es una digna secuela de la película de Joel Schumacher, un cómic que hará las delicias de todos aquellos que disfrutaron con la película de horror que en los 80 nos hizo descubrir a un nuevo tipo de vampiros.
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