Resña del libro “La casa de las magnolias”, de Nuria Quintana
Con el recuerdo de las tardes que pasé leyendo algunos de los libros de Kate Morton en la casa del pueblo, años atrás, he leído la primera novela de Nuria Quintana, La casa de las magnolias, publicada por Suma de Letras. Con la emoción de adentrarme en un mundo repleto de misterio, descubrimientos, familia, pasado y cartas manuscritas.
Si hay algo que mantenga en vilo mi mente y que la conquiste son los argumentos que bailan entre el presente y el pasado, esa coreografía continua entre lo que tú sabes cómo lectora, pero algunos personajes todavía desconocen. Y también, claro, las incógnitas que, a través de pistas dadas en el momento justo, y no antes, vas descubriendo y resolviendo.
A lo largo de esta primera obra de la escritora, damos la mano a Isabel, quién nos sitúa la acción en Santillana, en el año 1992. Después de la muerte de su madre, Aurora, la mujer empieza a investigar ese pasado que siempre se le negó, por doloroso, por nunca cerrado. Así, a través de sus ganas de ahondar en una figura materna con quien siempre la unió un vínculo especial, Isabel empieza a rebuscar en las presencias que la acompañan desde que era una niña. El entierro de su madre lejos de la casa donde viven las dos, pero cerca de donde Aurora disfrutó de su niñez en los años treinta, abre la caja de los recuerdos.
Y así, a través de ellos, a través de las preguntas de Isabel y de lo que va desvelando, iniciamos el recorrido con la voz de Aurora, que nos cuenta de su infancia, de su relación con su amiga Cristina, hija de los señores para los que nuestra protagonista trabajaba, afincados en La casa de las magnolias, y de su gran pasión.
Asistimos, pues, en una historia de amor, con ese pasado y ese presente que se entremezclan hasta formar un todo, que explosiona dejando la verdad a la vista. Una verdad intuida, a la que Isabel debe poner palabras para seguir adelante. Me ha conmovido su desamparo, la búsqueda incesante de unos hechos que ocurrieron muchos años atrás pero que marcaron su devenir y la creencia a sus espaldas de ser huérfana de genealogía.
Lo que más destacaría de la novela es la dulzura de su escritura, la ternura que irradia cada página escrita. Se nota el mimo que la escritora ha puesto en esta narración, las ganas que tenía de ser contada. Y eso es de agradecer. Así mismo, ha despertado mi interés el hecho de que la novela sea contada desde todos los puntos de vista posibles, eso es, desde la voz de casi todos los que la habitan. Así, aparte de enriquecer la trama, como lectora te permite conocer como cada mujer, cada hombre, vive esa historia en la cual la casa llena de magnolias tiene un papel relevante. Esa residencia, esa mansión, esa vida.
La casa de las magnolias es un viaje al presente para llenarlo de un ayer y devolverle aquello que se le arrebató, el amor y el goce del ahora.