Dejadme que hoy os hable de ladrones, dejando en segundo término a políticos, intercambios de sobres o cajas B. Permitidme que os relate una historia de timadores en la que los banqueros sin escrúpulos que engatusan a jubilados son meros secundarios. Hablemos de hechos delictivos, pero dejemos los cometidos por la iglesia a un lado. Hoy hablaremos de profesionales, no de pluriempleados de sotana o corbata que esconden su punible ocupación tras los puestos de poder que ocupan. Hablemos pues de gente que se dedica en cuerpo y alma al negocio del birle, el latrocinio, el timo o la falsificación. Profesionales en el escamoteo del dinero ajeno. Ladrones de guante blanco que han convertido el afanar en un refinado arte. Los Ocean’s Eleven pero a la española. Unos Robin Hood de tiempos modernos; unos héroes por accidente; unos supervivientes natos. Dejadme que os presente a La cofradía del Silencio.
La cofradía del Silencio del autor Santos Camacho González nos empuja a vivir y a ser testigos de primera mano de las andanzas de un grupo de personas que hicieron de robar su modo de vida. Tras una portada que recuerda más a una novela sobre bondage, hallaremos el relato narrado en primera persona de Legrand: en cierto modo la autobiografía de uno de los integrantes de la banda. Repasaremos los primeros pasos de lo que en principio fue una escuela de ladrones y luego se convertiría en la banda de timadores más famosa del Madrid de los 80. Unos ladrones que la mayoría de veces solo timaban a esa gente que se benefició de una transición española todavía en pañales. Gente, que se creía de noble casta, que se aferraba a esos puestos heredados o que los alcanzaba a base de sobornos. Políticos, banqueros, curas… Pero entonces robaron a la persona equivocada y ahora están muy jodidos pues sus vidas corren peligro. Para salir de esta no les queda otra que volver sobre sus pasos y descubrir en qué momento todo se torció. Así pues, y escudriñando los recuerdos de Legrand, descubriremos de dónde vienen y cómo son los integrantes de la banda. Cinco integrantes que, cada uno con sus propias y muy diferenciadas personalidades y habilidades, resultan ser un prototipo de antihéroe que indiscutiblemente conseguirá que el lector confraternice con su causa. Y es que La cofradía del Silencio solo estafa a todo aquel que, por algún u otro motivo, lo merece.
El escenario por el cual transita la historia es la movida de los años 80. Esa explosión de contracultura que era una respuesta a una España postfranquista con todavía demasiados tics de dictadura. Santos Camacho González rememora con precisión aquella época que abarcaría diferentes ámbitos de la cultura pero nos muestra la cara menos amable y romántica, siempre desde el punto de vista del reflexivo Legrand que no duda en realizar juicios de valor siempre de índole reivindicativa, en ocasiones algo extensos, en referencia al panorama social que le rodea. Y todo ello mientras nos detalla algunos de los timos más memorables de la banda; timos descritos, de forma parsimoniosa y detallista, dejando claro que el autor ha realizado un gran trabajo de documentación y que gracias a él la novela goza de verosimilitud.
Y aunque la elaborada trama está enfocada claramente hacia el thriller, y se va desgranando con el ritmo adecuado para mantener el interés del lector, da algún que otro inesperado e interesante viraje para coquetear con el género de aventuras en donde los exploradores de países ignotos marcan el compás y en donde lo místico, que no fantástico, puede codearse con lo real. Por no mencionar esos tramos en los que la narración y el ritmo ceden a la acción, durante un rato nada despreciable, las riendas de la historia, conduciendo al lector a un desenlace intenso.
Por último, y no por ello menos importante, cabe mencionar que la prosa utilizada por el autor es detallista y repleta de florituras en los momentos necesarios, como cuando el protagonista se muestra más introspectivo y se abre al lector, y en general rememora la forma en la que se narraba en la novela picaresca que habitó el Siglo de Oro. Con todo, el lenguaje se adapta a la época en la que suceden los hechos, así pues, no es de extrañar encontrar mucha jerga utilizada por las tribus urbanas de aquellos momentos o la que utilizan los propios timadores y ladrones.
La novela La cofradía del Silencio de Santos Camacho González, publicada por la editorial Caligrama, resulta un entretenimiento de calidad, con una historia bien hilvanada que va de menos a más y que, de una forma gratamente amena, nos conducirá desde los bajos fondos hasta los estratos más altos de una sociedad de la mano de una banda de ladrones que hará honor a ese refrán que dice: ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.