Al acabar la lectura de un libro o, más bien, cuando falta poco para que esa recurrente tragedia ocurra, voy buscando una nueva presa que devorar. A pesar de tener una pila bastante abultada de libros pendientes, hago eso, sí. Soy un enfermo. Y la mayoría de las veces la búsqueda la realizo por los océanos de la red. Sin embargo, muchas veces he encontrado auténticas joyas por el antiquísimo método del paseo sin prisa por la librería. Y así fue cómo, por pura chiripa, encontré esta antología de relatos.
No me voy a ir por las ramas ni a dejar en el último párrafo lo que tantas ganas tengo de decir: La huella de Drácula es un libro impresionante, acojonante, una puta pasada y no exagero nada si digo que es vital, que es necesario, que es un must have, para los que adoran el libro de Stoker. Porque en mi vida he leído muchos libros, relatos y antologías de vampiros y vampiras, pero no como este. No. Ni parecido. Porque en este caso, los relatos tienen la característica de tener una relación directísima con la obra del irlandés. Historias que cuentan, imaginan o teorizan, por ejemplo, por qué Renfield se comporta así en la novela, o cómo llegó este a conocer al conde, o lo sucedido en el Demeter desde el punto de vista de su capitán, o incluso el mismísimo origen diabólico del propio de Drácula, o a qué se dedicaba Quincey Morris en su país natal (el único además, que afirma en Drácula que ya había tenido contactos con seres sobrenaturales), o el despertar de Lucy a la no-muerte sin reconocerse a sí misma,… Son precuelas, spin offs o secuelas con la base de tener algunos de los personajes del libro pero sacados de ese libro y conservando su forma de ser y a veces entrando en contacto con otros vampiros como la condesa Báthory o Carmilla, de forma directa o indirecta.
“Si hay en el mundo una historia acreditada, esa es la de los vampiros”
Doce autores y 23 relatos (22 y un poema para ser exactos), de los cuales estos son los que más me han calado, los que más me han transportado de alguna manera al ambiente de la historia original y los que quiero comentar:
-Diario oculto, de Ángel Gómez Rivero: por hacer creíble y ameno el origen de un personaje clave (no voy a destripar de quién) y entroncarlo hábilmente además con la Golden Dawn, la fraternidad ocultista a la que, entre otros, pertenecía Stoker.
–Vínculo casual, de Jorge Sánchez Guerrero: porque, casualmente, parece ser continuación del anterior. Otro autor y otro estilo, pero una historia igual de enganchante que la anterior y complementaria de aquella.
–Nesuferit, de Carlos Díaz Maroto: porque tiene una historia de origen no cojonuda, sino cojonudísima aprovechando un personaje bíblico. ¡Qué difícil es hablar de algo así sin fastidiar los finales! Que merece mucho leerse, ¡ea!
–El documento más oscuro, de Juan Emilio Ríos Vena: otra excelente historia, inimaginable. Cuando gracias a un intachable expediente académico, Sebastián Profano, alumno de la Escuela Vaticana de Paleografía pide como premio acceder al escrito más secreto de los custodiados en el Archivo Secreto Vaticano, poco puede intuir lo que está a punto de conocer… Muy original, de verdad.
–Museo Nosferatu, de Ángel Gómez Rivero: porque todo relato que tenga como premisa pasar una noche en una casa encantada, un cementerio, un museo de Drácula,… ya es un buen comienzo. Porque su lectura es como un canto de sirena, y porque su final es algo que, todos, hemos sospechado alguna vez, ¿verdad? ¡¡¿Verdad?!!
–El candidato electo, de Gustavo López Pérez: me ha gustado especialmente por esa trama detectivesca en la que un muchimillonario encarga a un detective la búsqueda de la obra original manuscrita de Stoker. Una búsqueda que acabará con asombroso resultado.
–Cincuenta cajas de tierra, de Sarah Manzano Lobo: porque aunque suelen aburrirme los relatos de viajes en barco, este no es un barco cualquiera, sino una goleta, y su nombre es el de Demeter. ¿Qué pasó ahí? ¿Cómo vivió el capitán los últimos momentos suyos y de su tripulación? ¿Por qué decidió atarse al timón?
–Microrrelatos de Drácula, de Ángel Gómez Rivero (con este he hecho pleno…): porque me gustan los microrrelatos bien construidos (y creo que de eso sé algo), que dejen al acabarlos o bien la sensación de tener que ser el lector quien imagine el/los final/es, o bien un sabor que tarde en desaparecer porque el final no es abierto y te gusta rumiar lo que acabas de devorar.
Como he dicho al principio, son 22 relatos y todos son lo puto mejor. Tan solo he seleccionado estos como mis intocables, y como opinión mía que es, es algo totalmente subjetivo. Repito que los 22 merecen estar en la antología sin ninguna duda. Todos han sido capaces de evocar lo que sentí la primera vez y lo que siento cuando de vez en cuando releo la mejor novela de vampiros escrita nunca. Todos me han llevado a un encuentro distinto al acostumbrado con personajes bien conocidos (Renfield, Mina, Harker, Morris, Lucy, Van Helsing… y, por supuesto, Drácula), sabiendo lo que les ha pasado o lo que les va a pasar o lo que está sucediendo simultáneamente en alguna otra parte…
La huella de Drácula es una antología, además, con una prosa clara y fácil, con ese regusto a clásico, a gótico y a sangre (pues la sangre es la vida), que han sabido rememorar, en la que los autores demuestran que están en ella por pleno derecho, porque se nota que son fans devotos del personaje y de la novela y que han imaginado mil veces estas historias que, ahora por fin, se han plasmado en este libro. No exagero si afirmo que Stoker tendría que limpiarse los mocos de la emoción si pudiera leer a sus personajes en tan diferentes manos pero con tanto acierto a la vez.
Me encantaría que este libro tuviera tanto éxito como para que Ángel Gómez Rivero pudiera coordinar una segunda antología. Los fans lo merecemos y yo brindaría por ello con una buena copa, si bebiera… vino.
Casi lo olvido: la portada… ¡pero qué tenebrista preciosidad!
Muchas gracias por tus comentarios. Nos obligarás a escribir un volumen 2…