La joven de las naranjas, de Jostein Gaarder
Otra vez estamos, con este libro, frente a lo que podemos decir es el círculo perfecto. Es decir, aquellos libros que comienzan por una base, crecen y se desarrollan, para finalizar redondos y completos. Dejan satisfecho al lector como una especie de promesa cumplida, de tiempo bien empleado, de confianza en lo leído.
La joven de las naranjas puede estar dirigido a un público joven, pero sin dudas es interesante para una mirada adulta, tal vez por los temas o tal vez por las formas. Gaarder construyó una serie de hechos muy cotidianos pero a la vez únicos, momentos que se dan entre padres e hijos de una manera natural pero que conservan lo mágico de aquello que se construye en familia.
Georg es un joven que, un día como tantos, descubre una carta de su padre quien había fallecido 11 años atrás. El texto iba dirigido a él y la idea era poder contarle su historia, un tanto misteriosa, que incluye a una joven que cargaba unas cuantas naranjas. El texto en sí es memorable, no sólo por lo maravilloso del relato sino por la interacción entre el padre y el hijo, entre el pasado y el presente. Para cuando recupera la carta Georg ya tenía 15 años y su padre había fallecido cuando él era muy pequeño, de manera que esta era una nueva oportunidad de conocerlo y encontrar intereses comunes.
La joven de las naranjas es un libro entrañable, que ha permitido un encuentro después de muchos años y a pesar de los hechos que sucedieron en el medio. Gaarder construye un diálogo constante entre Georg y su padre, a la vez que introduce personajes nuevos de la familia y comentarios que nos permiten conocer más de las relaciones entre ellos. Además de la historia sobre la joven de las naranjas, el padre también le acerca a Georg algunas preguntas clave sobre la vida y el devenir del tiempo.
No quisiera generar mayores expectativas por la carta, creo que es algo que cada lector podrá interpretar a su gusto. El lenguaje y las formas lo convierten en un libro interesante y muy ágil, que nos permite posicionarnos desde el lugar de un joven para comprender más sobre la vida, de una forma tan sutil que seguro sacará una sonrisa del lector cuando llegue a la última página.
Georgina Marrapodi