La línea divisoria. Un caso del cabo Holmes, de Carlos Laredo Verdejo
Ya es el cuarto caso del cabo Holmes que reseño en estas páginas, aquí pueden ver los tres anteriores, así que me va a costar convencerles de que mi sorpresa se mantiene intacta en cada página y que la familiaridad con los personajes, lejos de revertir en rutina, lo hace en cariño y empatía. Por tanto voy a tratar de contarles los motivos por lo que esta nueva novela de Carlos Laredo me sorprende y me gusta no tanto, sino más que las anteriores. Tiene esta convicción mía un componente geográfico, los escenarios de las Rías Baixas que conozco bien, las preguntas que suscita y que en ocasiones yo mismo me he planteado, el retrato de unas sombras que todo el mundo cree ver pero que en La línea divisoria aparecen como una realidad mucho más enraizada y profunda de lo que aparenta. Y lo que aparenta es mucho. Pero sobre todo me ha encantado la forma de Carlos Laredo de tratar el problema del contrabando, del narcotráfico y de su implantación en la sociedad: huir de los tremendismos fáciles de titular de tabloide y tratar de comprender una realidad que él mismo describe como de gente que trabaja, y mucho, y honradamente, que se gana con esfuerzo el pan, pero que en determinadas situaciones, por unos motivos u otros, se ven obligados a colaborar con una organización paralela al estado de derecho. Paralela pero con demasiados puntos de conexión. El drama de una sociedad que desde antiguo sólo ha creído encontrar cierta prosperidad en aquello que también mata a sus hijos o los mete en la cárcel y las dificultades de cambiar las cosas en unos pueblos demasiado acostumbrados a bajar la mirada y no sólo para dirigirla a otro lado. Aunque queda claro en la novela que las cosas han cambiado y para mejor.
La línea divisoria se sitúa entre esas dos realidades, no trata de explicar el mundo y mucho menos de redimirlo, pero sí expone una realidad concreta a raíz de un caso policial, un asesinato a bordo de un barco de un poderoso empresario pontevedrés, y nos cuenta las vicisitudes de los personajes que se sitúan a un lado y a otro de la línea. O de los dos. Holmes no salva el mundo, pero resuelve casos complicados, trata de hacer bien su trabajo que es lo que decía Herzen, con razón, que era necesario para cambiar el mundo.
Ya saben que las obras de Carlos Laredo me gustan tanto por lo que cuenta como por lo que calla, pero eso no significa que no haya que hablar también de lo que sí dice. Vamos allá: Hay viejos conocidos en este nuevo caso, especialmente César Santos, cuya relación chispeante con el guardia civil da mucho juego. También el descubrimiento de la anterior entrega, Marimar, vuelve por sus fueros descolocando al detective pijo con su peculiar y colorista forma de expresarse, que también funciona a las mil maravillas. Pero sobre todo hay un caso que resolver y un gran trabajo por delante para hacerlo, una labor en la que cada cual hace su parte y que tiene todos los visos de ser un reflejo bastante real de la forma de proceder de los cuerpos de seguridad del estado.
Entre quienes están de parte de la ley y quienes no, hay momentos en la trama que no es que se pregunte uno si David vencerá a Goliat, sino que se pregunta quien es realmente David, en qué lado de la línea divisoria duerme el poder real, pero eso no obsta a que quienes deben hacer su trabajo lo hagan con profesionalidad, y con ello pongan en pie todo un espectáculo literario, uno más, dentro de ese hermanamiento entre letras y tricornios que descubrió Sinerrata y por el que debemos mostrarnos agradecidos.
Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es
Me ha causado un gran placer esta reseña de “La línea divisoria”. Admiro la visión precisa de Andrés Barrero y cómo es capaz de ver hasta el fondo la intención del autor.
Puedo asegurar a los lectores que siguen las aventuras de José Souto, el cabo Holmes, y su amigo Julio César Santos, que hay más novelas escritas en la cola y que no los voy a abandonar, mientras pueda y sigan leyéndome.
Hay mucho que reconocer también la labor de la editora (Sinerrata) por la minuciosa labor de revisión y corrección que lleva a cabo en la edición de esta serie.
Gracias a todos.
Carlos Laredo