El año pasado me sorprendió gratamente la novela Ningún escocés verdadero, con la que David Zaplana y Ana Ballabriga ganaron el concurso Indie 2016 organizado por Amazon. Poco más de 400 páginas llenas de intriga y emoción que me duraron un suspiro. Por eso tenía ganas de leer su última novela, La paradoja del bibliotecario ciego, para saber si eran capaces de refrendar todas esas sensaciones de nuevo.
Pero antes de valorar esta historia, contemos un poco de qué va. Localizada nuevamente en Cartagena, La paradoja del bibliotecario ciego empieza con una reliquia rompiéndose y escondiendo un secreto en su interior. Ese secreto afecta a Camilo, un escritor de escasa calidad, pero con un éxito más que decente. En su búsqueda por conocer la verdad, Camilo irá descubriendo aspectos ocultos que no conocía de su padre y su propia familia. Junto al protagonista, tenemos un grupo de secundarios familiares que complementan la trama con muchas subtramas igual de interesantes que la principal.
Es de alabar lo bien definidos que están todos los personajes. Pese a la importancia que tiene Camilo en el argumento, son los secundarios los que dan empaque a la novela, convirtiéndose en una historia coral en la que vamos asistiendo al desarrollo (interior y exterior) de muchos de sus personajes. En ese desarrollo, veremos como no todo es lo que parece, y en esta ocasión, cada personaje parece esconder un secreto o tener una cara oculta. Si tuviera que quedarme con uno, no dudaría en elegir a Félix, afable jubilado amante de Borges que intenta dar a su nieto valiosos consejos para afrontar una etapa tan complicada como es la adolescencia.
Pero si por algo hay que destacar La paradoja del bibliotecario ciego, es por el acierto de sus autores a la hora de conseguir enganchar al lector. Una vez más, he necesitado de apenas veinte páginas para entrar de lleno en la historia; para entrar en una espiral de sorpresas, giros y secretos que te hacen quedarte atrapado entre sus páginas. Porque de un thriller se espera siempre sorpresas, tensión y acción, algo que David y Ana aportan a su novela durante casi 500 páginas.
Pese a que este tipo de historias no entran entre mis géneros favoritos, reconozco que he disfrutado muchísimo con la novela. Porque cuando uno se pone a leer, busca sobre todo evadirse y entretenerse, por eso se agradecen historias que generen tanta adicción y se lean de un tirón pese a su extensión. Y se agradece, sobre todo, que los escritores lleven al límite a sus personajes y se atrevan a cruzar fronteras que en la literatura actual no se suelen cruzar, ya sea por pereza, miedo o puro conformismo.
La paradoja del bibliotecario ciego es un thriller que si llega a tus manos te durará un suspiro. Estamos ante una historia bien contada y estructurada, con un grupo de personajes llenos de matices y sorpresas. Nuevamente, Ana Ballabriga y David Zaplana demuestran que el hándicap que supone escribir una novela a cuatro manos es menor si se cuenta con una buena historia como esta.
César Malagón @malagonc
Pues tanto esta como la anterior se me habían despistado y eso no puede ser. Voy a empezar por la de Ningún… y a ver qué pasa.
Saludos