La patria, de Federico Jeanmaire
Muchas veces leí que la mejor forma de conocer a un país es alejándose del mismo. Lo mismo, leí, ocurre con los integrantes de ese país, el que sea, e incluso con uno mismo, cuando se aleja del lugar al que pertenece por nacimiento. La distancia, el correrse un poco de lo cotidiano e incuestionable, permite ver lo mismo pero desde otro ángulo, con las consecuencias que eso genera. A veces hay que alejarse solo para tomar carrera. Si el personaje de la novela La Patria, que al mismo tiempo es su escritor, Federico Jeanmaire, ya que hablamos de una novela autobiográfica, leyera esto, seguramente me daría la razón. Al menos a él, y por ende a su personaje, el irse lo movilizó por completo.
La patria, cuenta la historia de un joven que, con apenas veinte años, parte a Europa dejando atrás a una Argentina que se desangra en medio del terror de la última dictadura militar. Sin embargo, el relato no dice nada al principio sobre el dolor que significa abandonar la propia tierra, sino que hace hincapié, en una especie de negación del pasado, en el placer que significa para aquél joven llegar al primer mundo, donde se siente un Dios libre y dueño de todos los sueños que podrá construir con solo proponérselos.
Escrita en primera persona, y relatada desde un presente que lo ubica nuevamente en Buenos Aires, el personaje se toma una noche entera para recordar y escribir acerca de aquellos iniciáticos años que pasó por el territorio europeo; por eso viajaremos junto a él por lugares diversos entre los que podemos mencionar Madrid, Galicia, los viñedos franceses, Holanda y hasta Yugoslavia. En cada lugar seremos parte de anécdotas que incluyen el uso de drogas alucinógenas, la convivencia con una familia de gitanos y la recolección de uvas, pero la estructura general del libro se basa sobre todo en la relación del personaje con un viejo gitano encargado de contarle una historia una y mil veces, siempre con distinta forma pero con una idea general que será el disparador para que Federico Jeanmaire (o su personaje, o nosotros, o todos) pensemos profundamente acerca de conceptos tan amplios pero al mismo tiempo con tanto en común como lo son La Patria, La Libertad y La Lengua.
Entre las cuestiones interesantes que se pueden destacar de La Patria, me quedo con el ida y vuelta entre pasado y presente que se da a lo largo de sus 207 páginas, que permiten al hombre maduro y experimentado de hoy analizar y sobre todo reinterpretar, al tiempo que recordar, las vivencias de aquél mismo que era él 25 años atrás, en una especie de diálogo interior con el pasado al que en este caso también es más fácil comprender a la distancia, temporal esta vez. Otra de las cuestiones interesantes con las que me encontré es la capacidad de Jeanmaire de contar una historia emulando muy bien los sentimientos internos de sus personajes y las meditaciones interiores que, poco a poco, van forjando decisiones trascendentales en la vida, de esas que te llevan a cambiar de país, de cambiar de rumbo, de abandonar historias que parecían imposibles de terminar, de transitar por la vida haciéndose cargo de los efectos que producen las tomas de decisiones. De elegir. Y en este caso aparece un punto más a destacar, que seguramente conectará de pleno y hará sentirse identificado a muchos de los lectores de Libros y Literatura: el camino lento, movilizante y vertiginoso del personaje en su camino por convertirse en escritor.
En medio de todo esto, el lector seguirá encontrándose con vivencias envidiables (como cuando el personaje se encuentra a Cortázar en una manifestación en Madrid o cuando participa, en Galicia, de una marcha independentista) que hacen divertida la lectura y permite acabar la novela en apenas un par de horas.
Para conocer un país o a uno mismo, siempre viene bien viajar. Si eso no es posible, tenemos un buen paquete alternativo: los libros y la imaginación.