La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago
Suele decirse que el pasado siempre vuelve y que, para variar, que lo que hemos hecho está condenado a repetirse una y otra vez. No seré yo quien niegue el poder de las frases lapidarias, teniendo en cuenta que, a lo largo de unos cuantos libros ya, he disfrutado de ese poder que tiene el pasado en las historias, que crean de ese pequeño acontecimiento – o grande, depende de la novela – un buen armazón que se nos regala en forma de libro. Así que como lo que sucede con el pasado, uno va paseándose por las librerías – o por el propio trabajo, que es lo que suelo hacer yo cuando no hay mucho trabajos acumulado – y se encuentra con algunos libros que están teniendo un éxito inesperado, y te lo llevas a casa porque por alguna extraña razón algo te llama la atención y vuelves a caer, vas con un libro entre las manos y empiezas a leerlo esperando encontrar eso que ya te han dicho más de una persona y que tantas buenas palabras ha creado. La última noche en Tremore Beach es ese nuevo título que yo llevaba tiempo viendo en la librería y que algún que otro cliente me había recomendado para leer una buena historia policíaca y que estaba muy bien escrita – las cursivas son palabras textuales -, así que yo intuí que algo me estaba perdiendo al no caer en sus redes así que lo cogí, empecé a leerlo, y ahora ya puedo hablar con conocimiento de causa. Lo que sigue son mis impresiones, mis sensaciones de haber pasado una noche entre tormentas y secretos que habría sido mejor que permanecieran en silencio.
Pete es un compositor de éxito que está en declive. Su matrimonio se ha roto, él ha perdido la inspiración, por lo que decide recluirse en una casa a orillas prácticamente aislada, si no fuera por sus vecinos. Cuando parece que está reconstruyendo su vida, empezarán las visiones aterradoras que le harán pensar que algo sucedió allí sin pararse a pensar que, tal vez, esas imágenes quieran decirle algo.
Hoy en día, parece, las novelas policíacas suelen incluir en su argumento algún tipo de elemento sobrenatural que las haga tener algo que las diferencie. Esa es la ley de la oferta y la demanda, aunque también es cierto que, me temo, en muchas ocasiones la creación se come al propio autor y la convierte en algo fallido, algo que no tiene demasiada credibilidad. No sucede esto con La última noche en Tremore Beach que, con un ritmo que no se detiene en ningún momento, nos lleva por los escondites que guardamos y por los silencios que, por proteger a los que nos rodean, acaban convirtiendo nuestra vida y la de ellos en un auténtico infierno, aderezándolo con las “premoniciones” que el protagonista padece y que no desentonan con una historia en la que el paisaje tiene un peso crucial a la hora de meternos de lleno en una historia negra en su núcleo, pero también con cierto halo de reflexión ante lo que estamos dispuestos a hacer por aquellos a quienes amamos. Mikel Santiago – autor desconocido pero al que la voz del éxito le ha llamado casi inesperadamente – nos trae en su primera novela una historia oscura, con luces y sombras, que comienza suave pero va dando velocidad a su ritmo hasta llegar a la solución, a la última pieza del puzzle que nos hará comprender qué es lo que ha sucedido en todas esas páginas que hemos devorado sin contemplación ninguna.
No he sido nunca – ya lo he dicho en más de una ocasión – amigo de las comparaciones. Por ello, reivindico el poder de las voces propias, sin la necesidad publicitaria de poner a nombres famosos de la novela negra o de terror para que los lectores se acerquen a esta historia. Mikel Santiago se lo merece, por haber creado en La última noche en Tremore Beach unos personajes que guardan secretos, una historia con una estructura clásica y que agradecemos aquellos que queremos disfrutar, y un desenlace que deja buen sabor de boca en un universo como el literario en el que, a menudo, terminamos una novela sintiendo que algo ha faltado.