Estoy tumbada en la cama. Acabo de terminar una novela que hacía tiempo que quería leer. Me estoy dando cuenta de que esta reseña es la número doscientos. He escrito doscientas reseñas desde que estoy en Libros y Literatura. Casi nada. Y me he recordado a mí misma que desde hace más de un año esta plataforma está dando visibilidad a autores “pequeños” ayudándoles a mostrar al mundo su obra. Y pongo pequeños entre comillas, porque de pequeños no tienen nada. Me he encontrado de todo. Novelas apasionantes, buenas ideas, algunas mal ejecutadas, otras que dejaremos aparte, pero siempre me he encontrado una misma cosa: ilusión.
Permitidme que haga hincapié en esto porque no sé si son estas horas intempestivas, la emoción de haber terminado la novela de la que vengo a hablar hoy o que el número de esta reseña es precioso, pero me he puesto algo sentimental.
La ilusión es lo que lleva a un autor a dedicarle horas y horas a un proyecto. A creer en él cuando nadie más lo hace. A compaginar una vida del todo ajetreada con las letras que no se sabe si alguien las leerá algún día. Es seguir. Y caerse y levantarse. Es continuar. Y es que creo fundamental este paso para que una novela funcione. Hay que escribir porque llena, porque gusta y porque se quiere. Solo así se consiguen resultados como los obtenidos por Simón Hergueta, que espero que no sea del todo desconocido para vosotros, ya que hace unos meses reseñé la primera parte de la trilogía de la que vengo a hablar hoy, Laro, la leyenda del árbol milenario. En aquella ocasión se trató de Sangre (de la que también hice un vídeo para el canal de YouTube de LyL que podréis ver aquí), una primera parte que nos metía de lleno en la época en la que los cántabros empezaban a ver cómo los romanos avanzaban filas y comprometían su pequeño paraíso. Entre montañas y ríos encontramos a Laro, un joven cántabro que tenía algo especial. Pero las cosas no salieron del todo bien y Laro tuvo que huir de su querido poblado. Ya no era bienvenido.
Y justo aquí lo encontramos, en esta segunda parte llamada Laro, la leyenda del árbol milenario: Honor. Habiendo huido del norte de España emprende un camino hacia Tarraco, donde conocerá a hispanos y romanos que guiarán su futuro. Ya no nos adentramos en la historia de Cantabria, dejamos a un lado la maravillosa mitología que tenemos aquí (sí, soy una de las afortunadas que viven en esta región) para conocer un poco más la mitología romana y sus costumbres. Es un cambio drástico, sobre todo porque en esta segunda parte encontramos muchísima más acción que en la primera. No hay casi un momento en el que no tengamos el corazón en un puño ante una pelea. Las espadas están desenvainadas todo el tiempo y eso llevará a nuestro protagonista a ser parte de un espectáculo de gladiadores. Y hasta aquí puedo leer.
El comienzo me pareció muy bueno. La trama del primer libro se queda en suspenso y el lector necesita saber qué pasa con el protagonista. Así que yo, como no podía ser de otra forma, estaba ansiosa por saber qué había sido de Laro y, cómo no, de Maya, otro personaje que me tiene encandilada. Como digo, el comienzo me atrapó, aunque después me encontré con una parte del libro que tenía un ritmo más lento en comparación con el gran comienzo. Cuando llegué a esa parte, me cabreé un poco. Yo solo pensaba: ¡venga, Simón, que tú puedes hacerlo mejor! Pero entonces seguí leyendo, seguí avanzando y descubrí que ese momento en el que el ritmo literario era más lento era del todo necesario. Más o menos a partir de la mitad del libro la acción va creciendo constantemente, sin dar ni un respiro al lector. La historia de Maya se va entrelazando con la de Laro, a la vez que la de los romanos se entrelaza con la de los cántabros que están en el poblado. Una madeja de historias en las que las peleas son las protagonistas y donde la acción es incesante. Entonces agradecí ese momento de pausa que el autor nos da en un principio, porque si hubiera sido de otra forma, estoy segura de que el libro me hubiera resultado excesivamente movido. Era necesario que el lector se tranquilizara para después dar paso a la vorágine.
Y no hablemos del final… Estoy por aporrear el teclado porque no me salen las palabras para describirlo y no quiero soltar la típica frase de “es que te deja con ganas de más”. No es que te deje con ganas de más, es que te deja en suspenso, con la trama cortada y con el lector boquiabierto porque acaban de pasar muchas cosas en muy poco tiempo y ¡puf! ¡Es que te deja con ganas de más!
Lo que más me ha gustado del libro (que no esperaba en absoluto) es el cambio de ambientación. Cuando leí la primera parte me emocioné mucho, pues me encanta Cantabria y todo lo que tiene que ver con ella. Y me parece una manera genial de que la gente conozca esta región y su historia a través de una novela entretenida y peculiar. Pero comprendo que quizás hacer una trilogía en la que únicamente adquiere protagonismo esta Comunidad, hubiera sido un poco complicado a la vez que aburrido, así que me ha encantado esa decisión de hacer viajar a Laro, aprovechando ese viaje para enseñarnos muchas cosas del mundo romano y sus costumbres.
¡Ah, se me olvidaba! Lo mejor de todo fue cuando vi aparecer a Virgilio. ¡A Virgilio! El gran poeta romano se hace su pinito en la historia y comparte unas conversaciones muy interesantes con Laro. ¡Cómo me reí en esa parte! No me lo esperaba en absoluto y me pareció muy original por parte de Simón. Ahí salió la fan del mundo romano que hay dentro de mí.
En cuanto a lo demás, me reitero en lo que dije en la reseña anterior. El autor tiene un estilo narrativo claro y directo, las descripciones son mínimas aunque más que suficientes para que el lector sepa todo lo que tiene que saber. Hay un áurea de misterio alrededor del protagonista que deja al lector un poco extrañado en algunas ocasiones, pues hay cosas sin resolver todavía (habrá que esperar a la tercera parte) que hacen que se genere una cierta intriga, y eso, como lectora, es algo que me encanta.
Ay…qué bonito ha sido llegar a la reseña número doscientos y haberlo hecho de la mano de Laro, la leyenda del árbol milenario: Honor y de Simón Hergueta. Ahora solo me queda animaros para que vosotros también conozcáis este cántabro y que descubráis todo lo que guardan estas páginas.
1 comentario en «Laro, la leyenda del árbol milenario: Honor, de Simón Hergueta»