Reseña del libro “Las palabras que te guardan”, de Paloma Serrano Molinero
Cuando tuve este libro en mis manos por primera vez y leí la sinopsis sabía que leerlo iba a resultar doloroso, que Paloma Serrano Molinero iba a hacer que me enfrentase a los fantasmas que habitan mis recuerdos e iba a remover muchas sensaciones que han estado guardadas dentro de mí todos estos años. Sabía todo esto, era consciente de a lo que me enfrentaba. Sin embargo, no sabía que iba a encontrar tantísimos paralelismos con esta historia. Y, por supuesto, no tenía ni idea de que leer Las palabras que te guardan iba a resultar un delicioso bálsamo.
Paloma Serrano Molinero (1987) es licenciada en Periodismo. Estudió la carrera entre Madrid y Nueva York. Junto con su familia ha vivido en distintos países de América (Puerto Rico, Brasil y Perú). En la actualidad reside en Madrid, pero siempre hay un lugar al que desea volver: Bienservida, su pueblo.
Las palabras que te guardan es su primera novela y, si me lo permitís: ¡Menuda novela! Me parece alucinante la calidad de este debut literario, la escritura de Paloma, su forma de enfrentarse al texto y tejer la historia.
En esta primera novela, Paloma narra en forma de ficción autobiográfica (no sé hasta qué punto todo lo que narra es parte de su biografía, pero sí sé que un relato tan realista que conmueve) la historia de su vida tomando como punto de partida la muerte de su padre. Pocos días después de cumplir cincuenta y un años, su padre, una de las personas más importantes de su vida, falleció en el hospital debido a un cáncer.
“No lloré cuando murió mi padre”. Con estas frases arranca la novela. “Qué manía. Como si eso deshiciera la muerte, o fuese la única prueba válida que corroborara mi dolor”. Con veintiún años, la protagonista de esta historia tuvo que enfrentarse a uno de los momentos más duros de su vida y esta novela es el reflejo de aquel momento, pero también una maravillosa celebración de la vida de su padre.
Así, Paloma va entrelazando el presente, la enfermedad de su padre, sus acompañamientos en el hospital y todos los recuerdos que vivieron juntos. De esta forma, Paloma nos lleva con agilidad de un recuerdo a otro, de un dolor a una carcajada, del presente al pasado.
Debido al trabajo del padre en la banca, tuvieron la oportunidad de residir en varios lugares de Latinoamérica. El primer destino fue Puerto Rico, la Isla del encanto, la Diosa del mar. Los tres años que vivieron allí fueron como unas largas vacaciones. El segundo destino, Sao Paulo, era un monstruo comparado con la vida en la isla. Una de las diez ciudades más grandes del mundo. Un lugar mucho más hostil en el que aprender a vivir de otra forma, con otra lengua, otro ritmo y exigencias. A pesar de todo, el hecho de estar los tres juntos, sus padres y ella, lo compensaba todo. Tras cinco años en Brasil, la sucursal del banco iba a ser vendida, así que tocaba hacer las maletas de nuevo. Esta vez pusieron rumbo a Perú. Allí tendría que hacer su último curso antes de comenzar los estudios universitarios. Mientras decidían su futuro, algo cruzó su mente. Una brevísima ocurrencia: “¿Y si me voy a estudiar a España?”. Esta era la única forma de que, en un futuro, pudieran volver a vivir juntos en el mismo país.
Siempre como telón de fondo Bienservida, el pueblo familiar de Albacete. El pueblo donde reside la abuela, la Mater, donde toda la familia se reúne en vacaciones, el pueblo de los veranos interminables, de las anécdotas, el pueblo donde la palabra familia cobra pleno sentido.
Las palabras que te guardan es el mejor homenaje que una hija puede hacer a su padre. Un homenaje que también llevó a cabo en vida, disfrutando de todos los momentos a su lado, riendo a carcajadas con él, cantando, viviendo. A través de las palabras de Paloma conocemos a un hombre extraordinario y leal, con una empatía y vitalidad digna de admirar que todo el mundo que tuvo la suerte de cruzarse con él supo valorar.
Como os decía, son tantos los paralelismos que he encontrado entre esta historia y la mía personal que muchas veces, al leer las palabras de Paloma creí estar leyendo mis propios pensamientos. Mi padre también trabajaba en banca. Él también enfermó de cáncer y yo apenas tenía veinticuatro años cuando dejó de estar en mi vida. Mi padre era todo bondad. Leyendo Las palabras que te guardan le he vuelto a sentir junto a mí, he revivido muchos momentos que solo las personas que pasamos por ellos podemos entender. He reído, he llorado y al cerrar la última página he deseado que nuestros padres hubieran coincidido en algún momento. Que dos almas tan buenas se hubiesen cruzado en sus vidas. Quién sabe ahora. Quizás allá arriba. Quizás en alguna parte.
Te abrazo, Paloma, y te felicito por este libro tan bello. Por haber sabido poner en palabras tantas emociones. No dejes nunca de escribir, por favor.