Lo que encontré bajo el sofá

Lo que encontré bajo el sofá, de Eloy Moreno

Lo que encontré bajo el sofá

Una chispa. Eso es todo lo que necesitamos para sentirnos vivos. Una chispa. Que nos queme por dentro, que nos haga saltar del asiento, que nos haga mirar la vida con otros ojos. Una chispa. Y ser valientes, esforzarnos por ser cada día mejores, avanzando, sin mirar atrás, aceptando que nos hemos equivocado, que somos personas que fallan, que no somos perfectos. Una chispa. Y el mundo salta por los aires, revoloteando como papeles que mueve el viento a su antojo, que respiran a través de máscaras de oxígeno, buscando lo que nos falta, lo que no encontraremos, o lo que hemos perdido. Eso es todo lo que necesitamos. Sólo una chispa. Un botón de encendido que nos mantenga alerta, que haga descubrir nuestros secretos, esas palabras no pronunciadas que se esconden, que se meten debajo de la alfombra, que no queremos que salgan a la luz. Una chispa, y quizá también una novela. Lo que encontré bajo el sofá. Una historia vestida de palabras, con el traje bien cosido, amarrado a nuestra piel, que respira la fuerza que les falta a veces a nuestros brazos, que los convierte en pistolas, que traduce los sentimientos en balas que pueden acabar con nuestras propias vidas. Eso es. Una chispa. Un disparo. Un estallido que suena en mitad de la noche y que forma parte de nuestra realidad. El miedo, la alegría, la desesperación y los remordimientos. Y el amor, que vive en las calles de una Toledo que esconde sombras, que esconde historias y vidas, vidas que necesitan, precisamente de eso, de una chispa que las haga saltar por los aires.

 

Cuando uno piensa en Eloy Moreno es casi de obligada mención su El bolígrafo de gel verde. Llámenlo tópico o palabra fácil, pero su nombre viene acompañado siempre de ese éxito machacado a base de esfuerzo, de tesón, de calidad, y de una historia bajo el brazo que podía tocar los corazones de todas aquellas personas que requerían un soplo de aire fresco en sus vidas como lectores. Y ahora viene el reto, el reto del “segundo libro”, la mirada crítica que posamos todos ante aquella nueva novela que nos traen después de tanto tiempo de espera. Y uno se pregunta cómo es posible. Cómo es que un autor, un joven autor que nos traslada a lo más profundo del ser humano, ha tenido a bien compartir su arte (no se me ocurre otra forma de llamarlo) con todos nosotros. Y después vienen los agradecimientos, las palabras que se expulsan cuando el escalofrío ha llegado al leer sus palabras convertidas en novela, los abrazos imaginarios que daríamos a un autor como él, con esa mirada tímida, al saber que lo que aquí hemos leído es ese empujón, es lo que la vida espera que hagamos con ella: amasarla con nuestras manos, construyendo un nuevo futuro, siendo los personajes principales de ella. Y, si se me permite la licencia dramática, después aparecerán las pequeñas lágrimas, esas que resbalan pero no queman nuestras mejillas, por la ternura, por el dolor que algunas de las historias desprenden, por saber que el ser humano es despiadado, pero siempre existe un pequeño oasis en el que refugiarnos. Su literatura, su Lo que encontré bajo el sofá, no es una simple historia, es una vida, es una existencia propia, que respira y suda como si de un cuerpo humano se tratara.

Varias historias, varias visiones de una realidad, convirtiéndola en muchas, en diferentes, pero unidas todas por los sentimientos, por los huecos que intentamos llenar con nuestras palabras, con las excusas que buscamos debajo de cualquier mueble, dentro de los armarios que hace tiempo no se abren, para crear algo completamente distinto, un nuevo mundo, quizá, una nueva realidad, otra vez quizá, o simplemente crearnos a nosotros mismos a partir de otros moldes, como hacían los antiguos dioses con los humanos. Eloy Moreno nos invade, nos traslada, nos transforma. De forma directa, sintiendo cada palabra escrita, respirando a través de las letras las palabras que tantos libros no se han dignado a contar, describiendo la vida misma para que parezca distinta, para que nos enfademos, para que seamos conscientes de nuestro lugar en todos esos secretos que no dejamos que salgan, pero que escondemos demasiado. Y así es como uno viaja por Lo que encontré bajo el sofá. Imaginando. Creyendo que podemos ser otros, que no todo está dicho, que el futuro puede ser incierto, pero al menos lo crearemos nosotros. Porque lo que aquí encontramos puede que no sea una novela, puede que no sea una historia ficticia. Lo que aquí encontramos son todas nuestras vidas convertidas en expresiones, en frases, en preguntas, que nadie nos había hecho, y que una vez respondidas, ya nada volverá a ser lo mismo. Una joya, en definitiva.

Aquí puedes ver el booktrailer del libro:

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